Durante una expedición botánica realizada el 20 de septiembre de 2024, investigadores del Jardín Botánico de Puerto Vallarta descubrieron fragmentos de un avión de pasajeros que se estrelló hace más de cinco décadas en las remotas serranías costeras del oeste de Cabo Corrientes, Jalisco. Los restos corresponden al vuelo 229 de Aeroméxico, un McDonnell Douglas DC-9-15, que se accidentó el 20 de junio de 1973, cobrando la vida de las 27 personas a bordo.
El equipo encontró turbinas y partes dispersas del fuselaje en una zona cubierta por la densa vegetación, que había mantenido ocultos los vestigios del accidente. Este vuelo partió del Aeropuerto Intercontinental de Houston, Texas, con destino a Puerto Vallarta, transportando a 22 pasajeros y cinco tripulantes. Durante la aproximación al Aeropuerto de Puerto Vallarta, la aeronave no logró reducir la velocidad al realizar el patrón de descenso y salió del área de seguridad, impactando en la ladera de la montaña Las Minas, a unos 37 kilómetros del aeropuerto.
La tragedia fue uno de los accidentes más trágicos en la historia de la aviación mexicana. En su momento, fuerzas del ejército y habitantes locales acudieron al lugar para recuperar los cuerpos, que fueron trasladados en helicóptero desde la zona del siniestro. A pesar del impacto que tuvo en la región, con el tiempo este suceso quedó relegado al olvido, oculto por las selvas que cubren la Bahía de Banderas.
Este hallazgo destaca no solo por su valor histórico, sino también por la oportunidad de recordar a las víctimas del fatídico vuelo 229.