En medio de la temporada navideña, una triste realidad ha salido a la luz en la frontera entre México y Estados Unidos: adultos mayores estadounidenses están siendo abandonados en asilos del territorio mexicano.
Las condiciones fronterizas han empujado a que estos ancianos sean trasladados a asilos en México, donde el costo por su albergue es considerablemente más económico que en EE.UU. La mayoría de ellos provienen de la ciudad El Paso, Texas. En asilos como el de Ciudad Juárez, Chihuahua, los adultos mayores mexicanos también resienten este abandono en plena época festiva.
Historias de abandono y soledad
La soledad y el aislamiento se agudizan con la llegada de la Navidad y el Año Nuevo, cuando la falta de contacto con sus seres queridos se hace más evidente. «Es difícil estar aquí porque mi familia viene poco a visitarme. Quisiera estar en mi casa en Juárez», expresó Guadalupe Gómez, residente de un asilo en Ciudad Juárez.
Las historias de abandono varían, pero todas comparten un denominador común: la desconexión familiar, agravada por factores económicos y un ritmo de vida acelerado en las zonas fronterizas. Organizaciones han identificado situaciones que van desde la falta de recursos económicos hasta la ausencia de infraestructura familiar para el cuidado de los ancianos.
Sin embargo, también subrayan la importancia de fomentar una cultura de respeto y cuidado hacia las personas de la tercera edad.
“Son abandonados muchos por sus familias, otros no tienen familia y los mismos vecinos los traen. Los visitan pero no muy seguido, pero sí tienen esa visita del hermano, del hijo que los trajo, los que tienen”, afirma Julia Ávila Rodríguez, misionera de María Dolorosa.
Abuelitos piden tiempo y compañía como regalo
Por estas razones, lo adultos mayores en Ciudad Juárez lanzaron un mensaje claro: el tiempo y la presencia son los regalos más valiosos que pueden recibir en esta época del año.«Mi regalo más hermoso sería que mi familia viniera a verme», comentó Fabiola Álvarez, residente del asilo.
A pesar del abandono, el personal y los voluntarios de los asilos se esfuerzan por llevar un poco de alegría a los corazones de aquellos que aún guardan la esperanza de un reencuentro. La resiliencia y la adaptación de los ancianos a esta nueva realidad son fundamentales para su bienestar, y se estima un promedio de un mes para que acepten el cambio, según Óscar Aguayo, jefe de enfermeros en un asilo.
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