En un fenómeno creciente, las escuelas públicas del país se han visto invadidas por grupos de niños conocidos como ‘dealers’ de comida chatarra.

Estos menores han encontrado un lucrativo mercado clandestino tras la prohibición federal de alimentos con alto contenido calórico dentro de las instituciones de educación básica, efectiva desde el 29 de marzo de 2025.

El impacto de la prohibición

Cuauhtémoc Rivera, presidente de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec), destacó que hasta el 30% de los estudiantes de primaria y secundaria participan en este comercio ilegal, aprovechando la demanda de productos prohibidos como botanas, chocolates y refrescos.

Según las cifras oficiales, el país alberga aproximadamente 24 millones de niños y adolescentes, de los cuales un considerable segmento se involucra en estas actividades clandestinas.

Economía subterránea en el recreo

Estas prácticas no solo desafían la normativa, sino que también alimentan una economía subterránea significativa. Con un gasto diario que oscila entre 20 y 40 pesos, los estudiantes mayores pueden gastar hasta 40 mil pesos diarios por cada mil niños que opten por estos productos, superando el costo de las alternativas saludables ofrecidas en las cooperativas escolares.

Los testimonios de los propios niños revelan que productos como minirefrescos y dorilocos son altamente demandados, evidenciando una preferencia por lo chatarra, que además es más accesible económicamente que las opciones saludables.

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