La noche del pasado jueves 10 de octubre, sujetos armados vestidos como militares irrumpieron en el Hospital General de Culiacán y acabaron con la vida de un hombre identificado como Juan Carlos, quien había sido internado desde el pasado 23 de septiembre.
Juan Carlos había sido secuestrado en la comunidad de Tepuchito y rescatado por la Guardia Nacional el mismo día de su rapto, con una herida de bala en la pierna que necesitaba atención médica.
Sin embargo, la violencia lo alcanzó nuevamente cuando los sicarios ingresaron al nosocomio para cometer el crimen.
Según testimonios del personal del hospital, los delincuentes amenazaron a los presentes exigiendo saber en qué habitación se encontraba Juan Carlos, señalando directamente a su objetivo.
La Secretaría de Seguridad Pública de Sinaloa confirmó el hecho a través de un comunicado, donde se detallaba que se recibió un reporte de una persona fallecida a causa de heridas de bala.
El personal médico vive con miedo
Ante la falta de seguridad y protocolos de protección, los trabajadores del hospital viven con miedo e incertidumbre, sintiendo que sus vidas están en peligro ante la impunidad de la delincuencia.
A pesar de los atentados, las autoridades no brindan la protección necesaria, dejando a los empleados vulnerables a situaciones como la vivida del jueves.
Incluso, uno de los empleados, quien prefirió mantenerse en el anonimato, expresó su temor y frustración ante la falta de acciones por parte de las autoridades para garantizar su seguridad.
«Las autoridades no hacen nada, para ellos todo sigue como si nada, aunque enfrentemos este tipo de situaciones«, manifestó.
Hasta el momento, las autoridades no han dado a conocer más detalles sobre los responsables de este violento suceso.