No te culpes por intentarlo. No te culpes por ser la persona más grande o la persona más amable. 

No te culpes por ser el más vulnerable porque se necesita mucha fuerza para entrar en contacto con tus emociones y abrirte. 

No te culpes por exponerte porque eso demuestra que eres valiente. Es valiente mostrarle a alguien que te importa en un mundo que sigue diciéndote que debes ocultar tus emociones. 

Es valiente ser honesto y transparente en un mundo que glorifica a los que juegan y a los que manipulan a otros para que los amen. No te culpes por ser real porque es raro y siempre revelará las verdaderas intenciones de las personas más temprano que tarde.

No te culpes por hacer demasiadas preguntas o exigir respuestas porque prefieres saber la verdad que vivir con las mentiras. 

No te culpes por criticar a alguien por su comportamiento, incluso si eso significa alejarlo porque no eres la persona que tolerará menos de lo que mereces. 

No te culpes por ser franco y decir las cosas como son, porque eres genuino y dices lo que sientes y si ser demasiado honesto o demasiado atrevido asustará a alguien, entonces es mejor que estés solo.

Tampoco te culpes por ser demasiado. 

Demasiado intenso, demasiado apasionado, demasiado amoroso, demasiado fuerte, demasiado profundo. No te culpes por las partes deslumbrantes y deslumbrantes de ti. 

Las partes que realmente no puedes ocultar o controlar. Las partes que te hacen sentir vivo. No te culpes por querer sentirte vivo, feliz y realizado. No te culpes por querer vivir una vida bulliciosa en un mundo que ha aprendido a conformarse con uno mediocre.

No eres el tipo de persona que sabe cómo reducir la velocidad, no eres el tipo de persona que sabe apagar tu ferocidad o tu pasión o apagar el fuego dentro de ti. 

No te culpes por las palabras que dices en un mundo que quiere que guardes silencio porque no eres el tipo de persona que va a guardar silencio sobre las cosas que importan.

Especialmente cuando se trata de tus sentimientos porque tú también sientes mucho y en un mundo que maldice a los que sienten demasiado, todavía sabes que es una bendición y estás seguro de que todavía hay más de ti por ahí y, finalmente, están obligados a encontrarse.