Cada 28 de mayo se alzan miles de voces para recordar una verdad poderosa, pero muchas veces ignorada: no se necesita un pedigrí para ser leal, valiente y amoroso. El Día Mundial del Perro Sin Raza no solo celebra a los mestizos, sino que también busca visibilizar las condiciones de abandono, desigualdad y olvido que enfrentan millones de animales en América Latina.

En una región donde el abandono animal es una problemática estructural, este día representa mucho más que una simple efeméride. Es un llamado urgente a repensar cómo concebimos la tenencia responsable, el acceso a la salud veterinaria y la adopción con conciencia. De acuerdo con la organización World Animal Protection, el 75% de los perros en América Latina no tiene raza definida. Eso equivale a millones de vidas caninas sin un «apellido», pero con tanto amor para dar como cualquier otra mascota de criadero.

Más allá de la apariencia: los retos de ser mestizo

La discriminación hacia los perros mestizos es un reflejo de percepciones culturales que siguen privilegiando a los animales de “raza pura”, colocándolos en una vitrina de estatus, mientras que los sin raza, muchas veces rescatados de la calle o nacidos de camadas no deseadas, enfrentan mayores dificultades para ser adoptados y acceder a cuidados veterinarios adecuados.

“Un perro no necesita un certificado para merecer amor y salud. Lo que necesita es atención médica, vacunación y afecto”, afirmó Walter Comas, Director de la Unidad de Animales de Compañía de MSD Salud Animal en Argentina.

Adoptar un perro mestizo no debe ser un acto impulsivo. Involucra responsabilidad, conocimiento y compromiso. Es fundamental conocer su historial clínico, sus necesidades específicas y asegurarse de que se encuentra en condiciones de iniciar una nueva vida en un hogar seguro.

El proceso comienza con una visita al veterinario para un chequeo integral: control de peso, estado de salud, desparasitación y definición del calendario de vacunación. La medicina preventiva no es un lujo, es una necesidad que salva vidas.

Este 28 de mayo, el mensaje es claro: todos los perros merecen una oportunidad, un hogar, cuidados y una vida digna. La raza no define su valor. De hecho, los perros sin raza suelen destacar por su resistencia, inteligencia y personalidad única, atributos moldeados por la diversidad genética.

Adoptar un perro sin raza es más que un acto de bondad. Es un acto de justicia y empatía que puede cambiar la vida de ambos: del animal, y de quien lo elige como compañero.

Celebremos hoy y siempre a los mestizos, los invisibles que también son familia. Porque el amor verdadero no entiende de linajes, pero sí de lealtades inquebrantables.

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