Aborto, el debate eterno
Por: Luis Alberto J. López Chávez
Remontarnos al origen del aborto inducido es remontarse al origen de la existencia del ser humano como tal, con voluntad y raciocinio propios; al origen de la vida en sociedad. El debate moral sobre si es correcto o no, inicia, donde comienzan nuestras creencias.
A lo largo de la historia ha sido una de las principales banderas de la lucha feminista por la igualdad, no obstante, las opiniones y las legislaciones varían, desde la completa libertad dentro del plazo establecido, hasta la prohibición y estigmatización del mismo.
El aborto inducido se define como el resultante de maniobras practicadas deliberadamente para interrumpir el embarazo. Según la OMS entre 2010 y 2014 existieron un promedio anual de 56 millones de abortos inducidos (en condiciones de seguridad o sin ellas) en el mundo, en América Latina tres de cada cuatro abortos se dieron sin condiciones de seguridad; en México, de 2000 a 2016, se registraron mas de tres millones y medio de abortos de mujeres entre 15 y 44 años de edad en los servicios de salud de país, tomando en cuenta que solo uno de de cada cuatro abortos se hacen en los servicios de salud, se puede presumir que en el lapso de esos 16 años se produjeron casi 15 millones de abortos.
Las opiniones son diversas polarizadas principalmente en dos sectores, ambos, con argumentos validos, ambos invocando derechos que les amparan, ambos con la intención de mejorar las condiciones de vida de grupos y personas vulnerables, pero, ambos también juzgando y en algunas ocasiones denostando a quien no piensa igual que ellos.
Las circunstancias de vida para cada cual, son distintas, como se dice coloquialmente “cada quien habla cómo le va en la feria”, ¿Cuál es el derecho fundamental que se tiene que salvaguardar en este caso? ¿La vida o la libertad? ¿Qué factores deben de tomarse en cuenta para tomar una decisión acertada? Se puede afirmar qué sin vida, evidentemente, no puede existir libertad, pero,
¿Existe vida sin libertad? No solo hablo sobre el derecho de decidir, sino, sobre el futuro y las expectativas que conlleva la desventaja de nacer como alguien no deseado por sus progenitores, y con un Estado rebasado, incapaz de garantizar las condiciones mínimas necesarias requeridas para un desarrollo medianamente funcional o sano.
El debate seguirá, la realidad es que cada cabeza es un mundo, y en un México lleno de contrastes esa frase toma fulgor y un significado casi místico, la única manera comprobada de disminuir el numero de abortos inducidos es con base en la educación sexual y el acceso a anticonceptivos, sin embargo, como cantó Fernando Reyes “las letras no entran cuando se tiene hambre” y yo creo que tampoco la razón.
Twitter: @luislopezdgo