Por: Gilberto Jiménez Carrillo

Chihuahua es un estado donde los hombres y las mujeres se levantan todos los días para dar lo mejor de sí mismos. A pesar de esa cultura de trabajo y progreso, en los últimos años, a los chihuahuenses no les ha ido muy bien con sus gobernantes. La única excepción es Parral, pues en este histórico municipio que a “Pancho” Villa le gustaba hasta para morirse, Alfredo Lozoya ha pasado a la historia como el alcalde que sacó a patadas la «resignación» del Palacio municipal introduciendo la «esperanza», demostrando ser capaz de formar en tan sólo unos días, un Gobierno competente con sentido común. Lozoya Santillán solicitó licencia para convertirse en precandidiato a gobernador por Movimiento Ciudadano, desde ese momento, el famoso “caballo”, se ha convertido en la esperanza para los desesperanzado y para los que están hartos de la política. Entre otras cosas, el éxito en la corta carrera política de Alfredo Lozoya, es que cuando ha sido candidato, únicamente se compromete a cumplir con las propuestas que se pueden realizar. En pocas palabras, no promete construir presas en lugares donde no hay agua.

Durante cinco años de Gobierno municipal, en Parral se restauró la convivencia, Alfredo Lozoya no pensaba en fantasías o sueños, sino en el día a día de los ciudadanos. Cuando ha gestionado, ha demostrado que es capaz de hacer las cosas, y hacerlas bien. Los chihuahuenses no son tontos, se dan cuenta que PRI, PAN, PRD, PT y Morena, se han convertido en partidos políticos manchados por escándalos, robos y sin mostrar ideología propia, sino más bien maquinarias electorales que se montan para llegar al Gobierno, a donde todos, absolutamente todos, sean de derecha, centro o de izquierda, quieren llegar al poder con su grupo de amigos para hacer negocios.

Hasta el momento, en Chihuahua se han presentado precandidatos que no tienen un programa sensato, y si lo tienen, fue copiado, en su mayoría, de Wikipedia, evidenciando con ello una desconexión absoluta de la realidad del estado y con los electores. Con este panorama, volverá a suceder lo que ha pasado en Chihuahua en los años recientes, cuando la población vota por el menos peor. Va a llegar mucha gente a las urnas a votar por cualquiera, sin importar la propuesta o el candidato. El peligro está en la ceguera de no medir a los candidatos con sus defectos y virtudes y con su pasado a cuestas. Peligro también en pensar que hay solamente dos representaciones posibles de un modelo de Gobierno, eso porque las encuestas dicen que en este momento solo los candidatos del PAN o Morena, por ahora, son los que más posibilidades tienen de ganar.

Lo mejor que le podría pasar a Chihuahua es empezar a votar a partir de la convicción, esto significa votar por el candidato cuyas propuestas sean más beneficiosas para la ciudadanía y cuyo plan de Gobierno proporcione esperanza. Ningún candidato es perfecto, sin embargo, debe haber alguno que se acerque un poco más al tipo de gobierno que se quiere. En medio de todo esto, son los ciudadanos quienes deben enfrentar la decisión de elegir a través del análisis de las propuestas o, incluso, de la esperanza. Serán las y los ciudadanos del estado grande quienes definan el desarrollo de su entidad, por lo que Alfredo Lozoya se presenta como la mejor opción para cabalgar hacia un futuro de esperanza.

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