Por: Eduardo Serrano

Los señalamientos a favor y en contra, hacia quienes ejercen el poder público serán una constante mientras estén en el cargo, para eso fueron electos, para tomar decisiones en función del bien común, ese es el arte de hacer política. Ciertamente, muchos han desprestigiado esta noble vocación al abusar del poder mismo, pero no por ello, deja de ser un compromiso permanente para quienes se desenvuelven en el Ambiente Político, de tal forma que si sus decisiones privilegian un beneficio superior, aún con las consecuencias del “costo político”, tarde o temprano los efectos serán favorables.

Lo que la gente no perdona es la indecisión. De ahí que haber retomado la obra de la ciclovía en la calle Laureano Roncal por parte del alcalde Jorge Salum del Palacio, podrá ser criticada de mil maneras, apoyada por un lado y repudiada por el otro, pero es innegable que fue una decisión que se asumió con firmeza.

En efecto, no faltaron las voces -y las plumas- que vieron en la suspensión temporal de la polémica obra, una derrota muy temprana en la administración de Salum. Haber cedido al “chantaje” de un mensaje politizado, estratégicamente utilizado, por quienes aprovecharon la coyuntura para que los vecinos de la calle Laureano Roncal se sintieran “agredidos” en su tranquilidad, al ser construida una ciclovía en la “vía pública”, puso a reflexionar seriamente al equipo del Gobierno Municipal.

En contraparte, la lectura de esa decisión para otros, tuvo un efecto conciliador. Jorge había escuchado a los inconformes para valorar también sus inquietudes, optando por “suspender temporalmente” la obra para reunir mayores elementos que lo condujeran a tomar una mejor decisión, incluso para ello, se apoyo en estudios de expertos en la materia. En ningún momento el Edil manifestó que la ciclovía tendría un revés, aunque el “festejo” de los que así lo leyeron, fue en grande.

El equipo de Jorge Salum entendió que los golpes mediáticos no debía absorberlos solamente el Alcalde. En la rueda de prensa que citó su área de Comunicación Social, fue notoria la decisión del equipo para asumir las consecuencias, considerando -o con la esperanza- que el beneficio una vez que se concluya la obra, sea superior al costo político. A Salum lo flanquearon Toño Bracho, director de Seguridad Pública Municipal, Rodrigo Mijares de Obras Públicas y Mario Garza secretario del Ayuntamiento, entre otros, asumiendo la parte de la responsabilidad que les corresponde, pero ante todo, según lo dijo el propio Presidente municipal, ponderando en conjunto, el bien común de la sociedad, puesto que en la calle Laureano Roncal no solo transitan los vecinos, sino miles de automovilistas y otros miles más de trabajadores que van de sur a norte, empleando como medio transporte la bicicleta.

No será extraño ver manifestaciones de diversos personajes, incluyendo a los vecinos de la calle de la discordia, pero de la determinación de Salum dependerá que la obra continúe con las modificaciones ya establecidas, como lo es, que solo correrá en el sentido mismo de la vialidad (sur a norte), y que no habrá cajones de estacionamiento en el lado derecho que limiten el espacio de circulación.

Sin embargo, todas esas expresiones son totalmente respetables; aún aquellas que no cuenten con argumentos sólidos deberán ser escuchadas, así fuera una sola persona quien las expresara. Basta con entender que en Durango, lamentablemente, el deporte de “estar en contra de todo” se ha convertido en un “modus vivendi” que solo retrasa y en muchos casos, detiene el desarrollo. Sin duda esas son las consecuencias de la toma de decisiones, pero reitero, lo único que no perdona la sociedad en los políticos, es la indecisión.

@LaloSerranoZ