APUNTES… Descubriendo contradicciones el COVID-19
Por: Guillermo Fabela Quiñones
Sin duda, el mejor homenaje que se puede hacer a los más de 50 mil muertos por el COVID-19, es “seguir mejorando el sistema de sanidad pública”, como afirmó el presidente López Obrador durante el solitario acto en Palacio Nacional, donde ofreció sus condolencias a los familiares de los fallecidos por la pandemia. Puntualizó que su Gobierno ha ejercido 35 mil millones de pesos en la atención de este flagelo.
Sin embargo, es preciso reconocer que no han sido suficientes, no sólo por esta crisis sanitaria inédita, sino por el gigantesco rezago que dejó en este campo el régimen neoliberal, el cual se agravó porque el sector salud, al inicio del actual sexenio, no fue asumido con la prioridad que exigía la realidad encontrada, de irresponsable desatención que abarcó todo el sistema de salud pública. Los tecnócratas lo dejaron literalmente desmantelado.
Esta realidad obligaba al régimen de la Cuarta Transformación (4T) a proceder conforme a tan dramática circunstancia; hasta ahora no lo han hecho ni el mandatario ni el Congreso con mayoría de Morena. Nunca se previó el imponderable perturbador de la pandemia más devastadora desde hace un siglo. Ahora se pagan las consecuencias. Lo peor es que se le brindan argumentos a los causantes de nuestros grandes males, el ejemplo más obvio de lo más siniestro de la derecha neonazi: Felipe Calderón Hinojosa.
En su cuenta de Twitter escribió: “Aquí lo único lamentable es que México tenga un Presidente que pretenda censurar a los medios por decir ¡la verdad! ¡con las cifras del propio Gobierno!”. Para el responsable de la muerte y desaparición de más de ciento 30 personas durante su mandato, “lo único lamentable” no son las consecuencias de la pandemia, sino que el presidente López Obrador ejerza su derecho de réplica a medios sin ética profesional».
El usurpador que dio margen a que se catapultara la corrupción en sus dimensiones más terribles, sin una brizna de sentido común, ya no digamos de vergüenza, brinca a la palestra pública cuando debería estar gozando de sus privilegios y fortuna mientras pueda hacerlo. Es oportuno señalar que de ello es culpable el propio Presidente por su excesiva prudencia, que sus enemigos confunden con falta de valor, en el mejor de los casos, pues en el peor, que no puede actuar como lo exigen las circunstancias porque está maniatado por intereses creados con los que está comprometido.
Así queda de manifiesto por la impunidad, un lastre al parecer imposible de tirar por el caño de la putrefacción. El más claro ejemplo, el caso de Javier Lozoya Austin, quien seguirá como “testigo protegido” hasta que la realidad tan espeluznante que estamos viviendo permita que pase a la lista de sucesos olvidados. La desfachatez y cinismo de Calderón son la mejor demostración de que se siente muy seguro, situación que observa el pueblo con enojo y preocupación por el futuro que nos espera; en el caso de que el Mandatario no pueda o no quiera tener la voluntad de utilizar la fuerza política que aún conserva.
Esto, a pesar de que él mismo se ha estado poniendo piedras en el camino, como la de su absoluto desinterés por contar con un partido sólido que lo cobije en momentos muy complicados. Sin este requisito básico será muy difícil lograr la consolidación de la 4T. Las tres transformaciones históricas anteriores se consumaron con el pueblo, no fueron proeza de un caudillo, y vaya que los hubo.
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