APUNTES… Ebrard de nuevo en la carrera presidencia
26/07/2021 - Hace 3 años en MéxicoAPUNTES… Ebrard de nuevo en la carrera presidencia
Por: Guillermo Fabela Quiñones
La conmemoración del 238 aniversario del natalicio del Libertador Simón Bolívar, dio margen para que el presidente López Obrador se olvidara de los asuntos internos y diera espacio a un tema que revive las aspiraciones del canciller Marcelo Ebrard: la política exterior y su papel en la región latinoamericana, con México como punta de lanza en la compleja relación con el coloso del Norte. Paralelamente se llevó a cabo, en el mismo recinto, el Castillo de Chapultepec, la 21 Reunión de Cancilleres de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Los pronunciamientos del mandatario mexicano, sin duda los hizo para que se escucharan en todo el continente, aunque bien sabemos que la prensa de Estados Unidos no voltea hacia el sur, sino en casos muy extremos y bajo los auspicios de los voceros de la Casa Blanca. La tarea que ahora tiene el canciller Ebrard, en el lapso que se mantenga como tal, es más que suficiente para afianzar su paso en la carrera por la sucesión presidencial… o hacerlo fracasar en unos meses.
No será nada fácil construir, con el liderazgo de nuestro país, un proyecto económico semejante al de la Unión Europea, “pero apegado a nuestra historia e identidades”. Desde los tiempos del genial estratega que fue Bolívar, pese a su inquebrantable voluntad e inteligencia, quedó patente la imposibilidad de vencer intereses mezquinos, nacionalismos absurdos, egolatrías estúpidas. Ahora menos, con la pandemia que no cesa y con el presidente Biden sacando de la chistera la Doctrina Monroe.
Llamó el mandatario a “no descartar la sustitución de la OEA por un organismo autónomo, no lacayo de nadie”. ¿Cómo lograrlo si éste depende de los auspicios y lineamientos de la Casa Blanca, al extremo de ser considerado el “ministerio de colonias de Washington” por su burdo apego a los dictados del gobernante en turno en la capital estadunidense? De antemano puede apostarse que se trata de un objetivo inalcanzable, mientras sirva a los propósitos de Estados Unidos como así ha sucedido desde 1948.
El inquilino de Palacio Nacional reconoció que sería “un grave error ponernos con Sansón a las patadas”. Pero en seguida advirtió que “tenemos poderosas razones para hacer valer nuestra soberanía y demostrar con argumentos, sin balandronadas, que no somos un protectorado, una colonia o su patio trasero”. Pues sí, de ello no cabe duda, pero la cuestión es cómo hacer entender esto a los intereses hegemónicos que no permiten, ni por asomo, que dejemos de ser vistos como protectorado, colonia o patio trasero del imperio.
Sin duda es cierto, como señaló el presidente, que, a partir de la firma del Tratado de Libre Comercio de 1994, “se han creado cadenas productivas que nos hacen indispensables mutuamente”. Pero también es verdad que en dos siglos el subcontinente no ha cambiado un ápice su estatus de proveedor de materias primas, mano de obra barata, y cada vez más de basurero de los desechos de la destructiva economía estadunidense. Por eso resulta un despropósito decir: “Es ya inaceptable la política de los últimos dos siglos… Digamos adiós a las imposiciones, las injerencias, las sanciones y los bloqueos”.
Ni en sueños podríamos avanzar en esa dirección; no por una actitud fatalista ante la Historia, sino por una realidad inobjetable que ya vislumbraba Bolívar, por lo que al final de su vida se desilusionó de tantos años de lucha infértil. La realidad es la que se dibujó en la reunión de la Celac, la cual concluyó en acuerdos sobre la creación de un fondo regional para la atención de desastres y avances en la posición conjunta que los latinoamericanos presentarán al Grupo de los 20 sobre la recuperación económica regional. Lo demás es demagogia.
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