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APUNTES… El homicida de El Paso no es un loco

06/08/2019 - Hace 5 años en México

APUNTES… El homicida de El Paso no es un loco

Zona de Debate | 06/08/2019 - Hace 5 años
APUNTES… El homicida de El Paso no es un loco

Por: Guillermo Fabela Quiñones

Es preciso recordar que con el ascenso de Adolf Hitler se inició en Alemania una etapa de terror que desembocó en el genocidio del pueblo judío en Polonia y otros países dominados por el régimen nazi. No se debe hacer generalizaciones sobre hechos históricos, pero no es casual que la violencia y la inseguridad sean el corolario de periodos en los que los conservadores ven amenazados sus privilegios. No quieren perderlos y no dudan en poner en práctica acciones desestabilizadoras de todo tipo.

Lo vemos ahora de manera grotesca en la intentona absurda de pretender culpar al presidente Andrés Manuel López Obrador de la masacre en El Paso, Texas, como lo están haciendo en las redes sociales una vez que Felipe Calderón, con su prosa retorcida, indirectamente intentó involucrar al mandatario al acusarlo de usar “un discurso de odio” que divide a la sociedad y le pidió “pararlo”. ¿Acaso no es obvio que Donald Trump es quien está sembrando semillas de odio con su xenofobia radical?

El homicida de El Paso no es un loco, como dijo el mandatario estadunidense, sino un convencido de que estaba haciendo lo “correcto” bajo su perspectiva de combatiente en favor de la supremacía blanca. Esperó a cumplir la mayoría de edad para comprar el arma de grueso calibre con la que pondría su “grano de arena” para acabar con la ola de migrantes mexicanos. Lo confesó con plena frialdad al ser detenido. Si ha sido un loco seguramente se suicida porque su acto sería irracional.

Al parecer, Calderón tiene un resentimiento que lo está haciendo perder el juicio, tal como le sucedió a su antecesor en Los Pinos, Vicente Fox. Esta actitud también es propia de personajes que se consideran amparados por poderes superiores y creen muy justificada su actitud perversa. Tal es el caso de los generales conservadores que se opusieron, rabiosamente, a la Reforma y asesinaron a cuanto liberal se encontraban, como lo hicieron con el ilustre abogado michoacano Melchor Ocampo.

Es tal la cerrazón y ceguera de los conservadores que jamás se percatan de los cambios evidentes en el seno de la sociedad, cambios que genera el imperativo de buscar una justicia que se le niega a una población más y más envilecida por los abusos de las élites. La inseguridad y la violencia en este momento no es producto del “discurso de odio” de López Obrador, sino consecuencia de la descomposición social ante tanta injusticia sufrida durante décadas por las clases mayoritarias. La etapa neoliberal fue una pesadilla de horror, magnificada por el deseo de venganza de la derecha desplazada del poder político.

Es preciso puntualizar que mientras más avance el proyecto de nación del nuevo régimen, más aumentarán las provocaciones de los conservadores y su odio de clase, como lo prueba el rencor que rezuman Fox y Calderón, al constatar que sus posibilidades de regresar a posiciones de poder real son cada vez más utópicas. En esta coyuntura, el riesgo de desestabilización es mayor por estar movida por actos desesperados.

En otro contexto, es lo que le está sucediendo a Trump, a quien no le queda otro recurso que su retórica de odio racial para buscar la reelección, aunque ello conlleve un mayor descrédito mundial a Estados Unidos por las consecuencias de la creciente migración forzosa.

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