APUNTES… En su clímax las presiones contra AMLO
Por: Guillermo Fabela Quiñones
Nunca antes un nuevo Gobierno en México se había enfrentado a una realidad tan compleja, como resultado del proceso de cambios estructurales que se está llevando a cabo, con muchos factores en contra derivados del propósito de debilitar la estrategia del presidente Andrés Manuel López Obrador. El más impactante es el incremento de la violencia en muchas partes del país, fenómeno que la derecha pretende abonar al régimen que busca impulsar la Cuarta Transformación.
Se publican cifras y datos estadísticos de asesinatos y crímenes espeluznantes, con lo que se quiere demostrar que la estrategia del nuevo gobierno no es la correcta. Se ilustra esta realidad adversa con hechos que patentizan agudizamiento de la descomposición social, fenómeno que es la herencia del viejo régimen. Tal dinámica de hechos sangrientos podría estar mucho peor de haber continuado la hegemonía de la tecnocracia, toda vez que la corrupción habría dado un salto cuantitativo por su propia inercia.
La realidad nacional pareciera que no se ajusta a la necesidad de impulsar cambios que fortalezcan el Estado de derecho, lo cierto es que cuando se remueve un basurero, junto con las inmundicias salen múltiples alimañas para ponerse a salvo. Es lo que está ocurriendo, sin que se ponga en riesgo la frágil estabilidad política que se alcanzó en los primeros seis meses del actual gobierno, gracias a la habilidad del presidente López Obrador para adelantarse a los acontecimientos.
Por otro lado, el rumbo de la economía sigue siendo incierto, a pesar de las buenas relaciones alcanzadas entre el Ejecutivo y las cúpulas del sector privado, porque no se vislumbran posibilidades de impulsar políticas públicas con sentido social, las cuales son prioritarias para sentar las bases de un sano crecimiento. No se ha visto voluntad política para promover un cambio de estrategia favorable a las clases mayoritarias, cuando lo que hace falta es precisamente un nuevo derrotero económico que impulse la productividad y el empleo.
Ni qué decir tiene que la vecindad con Estados Unidos es otro factor adverso, sobre todo ahora que la Casa Blanca está ocupada por un magnate con intereses mezquinos decidido a dividir a los pueblos latinoamericanos y montarlos en una espiral de reflujos migratorios que permita mayores presiones de Washington, como nos está sucediendo actualmente a los mexicanos. Lo único que puede hacer su contraparte en México es tratar de ganar tiempo y sortear lo mejor posible los mandobles que manda el mandamás imperialista con su espada de Damocles bien empuñada.
El crimen organizado pareciera que está al servicio de las hordas de la derecha decididas a hacer fracasar los cambios democráticos y progresistas que prometió López Obrador. En este momento hay desconcierto en algunos sectores porque no se observa un accionar propositivo de la Guardia Nacional acorde con las expectativas que se generaron para su conformación institucional. Las bandas delictivas crecen como hongos y sus hechos son propagados con pelos y señales.
Esto provoca desaliento entre algunos sectores de la sociedad que aprovechan cualquier incertidumbre para provocar inquietud social. Lo más lamentable es que dentro de las propias filas gubernamentales surgen tácticas que finalmente actúan en contra de la Cuarta Transformación. Como el afán de mantener una política económica que necesariamente desembocaría en nulo crecimiento. La “pobreza franciscana” sólo nos habrá de conducir al estancamiento.