APUNTES… Los conservadores mantienen su voracidad
Por: Guillermo Fabela Quiñones
La movilización social en Ecuador, cada día más intensa desde hace una semana, demuestra que los organismos globales al servicio de los gigantescos monopolios que están aniquilando al planeta, continúan empecinados en mantener la ruta trazada desde hace cuatro décadas, sin parar mientes en que tres cuartas partes de la población del orbe se volvió más pobre en dicho lapso, los recursos naturales de las naciones explotadas desde hace más de tres siglos están al borde del colapso, y cada vez está más cerca una hecatombe apocalíptica por la destrucción del medio ambiente.
Para el Fondo Monetario Internacional (FMI) no cuenta un ápice realidad tan dramática, continúa con su misma estrategia criminal impuesta a fines de los años setenta, como si acabar con la población que consideran prescindible por las innovaciones tecnológicas y la robotización en actividades productivas, fuera el objetivo de su quehacer público. Tal parece que ese es el propósito, de ahí que a esa parte de la humanidad que pretenden liquidar mediante acciones draconianas, no le queda más que organizarse para defender su derecho a vivir.
Lenin Moreno, el mandatario ecuatoriano, quien llegó al poder con el apoyo de las masas indígenas, principalmente, demostró su verdadero rostro al acordar con el FMI un acuerdo que le permitiría tener acceso a 4 mil 209 millones de dólares, a cambio de mandar al desempleo a miles de trabajadores y eliminar el subsidio a los combustibles, lo que de inmediato provocó aumentos hasta de 123 por ciento. Así puso fin a los avances democráticos e incluyentes logrados por su antecesor, Rafael Correa, a quien Moreno, absurdamente, culpa de las protestas.
Es un hecho que los grandes intereses que impusieron el Nuevo Orden Económico favorable sólo a ellos, están dispuestos a lo que sea con tal de no cambiar la ruta conocida como neoliberalismo. De ahí la pertinencia de hacernos la pregunta siguiente: ¿qué puede ocurrir en México si el gobierno del presidente López Obrador persiste en su decisión de darle un rumbo incluyente y participativo a la economía del país?
La respuesta no es sencilla, porque México está en medio de dos mundos, el del Norte de América y el de la Patria Grande que es América Latina. Con ambos está obligado a coexistir, aunque por sus lazos culturales e históricos pertenece más al ámbito latinoamericano. Pero por su dependencia económica con Estados Unidos, apuntalada por la tecnocracia neoliberal que se enriqueció escandalosamente hipotecando el futuro de los mexicanos, el nuevo régimen está forzado a preservar una relación muy flexible con la Casa Blanca.
El Ejecutivo mexicano no puede, ni remotamente, permitirse ceder a presiones indecorosas de los grandes monopolios globales, porque en ello le va su propio futuro como líder histórico del nuevo país que la sociedad nacional espera construya junto con el pueblo. No debe ni puede convertirse en un émulo de Lenin Moreno, porque el colapso que sobrevendría, social, político y económico, repercutiría en los intereses de las grandes empresas que tienen enormes intereses en nuestro territorio.
De ahí la importancia del TMEC, no como la panacea que nos libere de las presiones del FMI y del Banco Mundial, pero sí de las tentaciones golpistas de la derecha interna y sus aliados en el extranjero, igual de perversos unos y otros. El desenlace de las movilizaciones en Ecuador depende de la unidad del pueblo en la defensa de su soberanía.
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