APUNTES… Otro tema aún más inquietante
Por: Guillermo Fabela Quiñones
Llama la atención el optimismo que irradia el presidente López Obrador, cuando su gobierno enfrenta enemigos decididos a no parar su acecho, sin parar mientes en que al desbarrancarse el régimen de la Cuarta Transformación le irá mal a la sociedad en su conjunto. No lo entienden así quienes apuestan al fracaso del cambio estructural, pues a ellos les va bien de cualquier modo, en tanto que su compromiso no es con México, sino con sus socios extranjeros.
Sin embargo, el buen ánimo del Mandatario no es un subterfugio psicológico, sino el efecto de saber con certeza que las clases mayoritarias confían en que no serán defraudadas. El capital político del presidente López Obrador sigue incólume después de 12 meses de ponerlo a prueba, no sólo porque así lo señalan las principales casas encuestadoras sino porque las cúpulas del poder oligárquico empiezan a valorar la trascendencia del trabajo desempeñado durante el primer año de gobierno.
En la conferencia mañanera del pasado miércoles se refirió a los cinco momentos que se podría interpretar le han provocado mayor malestar. Con todo, podría afirmarse que le faltó señalar lo que resulta más preocupante a los ojos de la ciudadanía: las constantes provocaciones de los conservadores, mismas que a cualquier otro personaje con sus responsabilidades lo habrían orillado a salirse de sus casillas. Se ha mantenido ecuánime, actitud que contribuye a un mayor enojo y desesperación de sus adversarios.
De ahí que uno de sus principales críticos, muy comprometido con las élites reaccionarias, Diego Fernández de Cevallos, salga a la palestra pública para demandar que se deje trabajar al Presidente y se mantenga la unidad en torno a su mandato para evitar males mayores a la nación. Este cambio de táctica es sin duda “un plan con maña”. Es posible que ello obedezca al imperativo de que la derecha no se siga desgastando inútilmente, como en realidad está sucediendo, y dé hoy un paso atrás para luego dar dos adelante.
El grupo al que pertenece el prominente abogado y excandidato presidencial, le apostará sin duda al desgaste que el propio Ejecutivo obtenga con sus yerros, sus contradicciones, su terquedad en seguir manteniendo una estrategia económica equivocada, como lo es no incentivar la productividad y un mayor dinamismo del crecimiento, al punto de que se colocó al país en la raya donde comienza la recesión, según el Banco de México.
Seguir por ese camino sí debiera ser motivo de insomnio para el Presidente, pues les dará argumentos de sobra a sus adversarios para que lo ataquen y con ello conciten aplausos de los más afectados, que desgraciadamente son los trabajadores y las clases medias, donde se ubican los 30 millones de sus votantes, quienes votan según les va en la fiesta. En este sentido, los cinco temas que le causaron escozor durante el primer año del sexenio, no non nada en comparación con lo que puede suceder de mantener una política económica recesiva.
No se trata de abrir la llave del gasto público indiscriminadamente, sino de encauzarlo racionalmente por la senda del crecimiento del aparato productivo. No son una balandronada las amenazas del inquilino de la Casa Blanca en Washington. Equiparar a los cárteles del narco como “terroristas” y argumentar que el gobierno de López Obrador no puede controlar la violencia, sí es para quitar el sueño.
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