Por: Gilberto Jiménez Carrillo

 Unas horas después de las ultimas torrenciales lluvias ocasionadas por el huracán “Hanna”, colapsó uno de los muros de la hacienda de Canutillo, lugar donde vivió el general Francisco Villa los últimos tres años de su vida. En cuanto el cronista del municipio de Ocampo, José de la O, se dio cuenta de ello, inmediato compartió varias imágenes del daño con quien esto escribe. Como admirador y seguidor de la figura de “El Centauro” además de integrante de los Villólogos, me comuniqué con el licenciado Francisco Villa Betancourt, nieto directo de Doroteo Arango y de Austreberta Rentería. Francisco es el líder de una organización civil denominada Colectivo Los Villólogos, integrado por otros descendientes de revolucionarios, además de académicos y admiradores de Arango Arámbula.

El 30 de julio pasado medio día, le informé a Licenciado Villa Betancourt sobre la situación que presentaba la hacienda, no pasaron más de cinco horas cuando Francisco se comunicó con el Antropólogo Diego Prieto Hernan, director nacional del Instituto Nacional de Antropología e Historia exponiéndole con una carta la gravedad de la situación. La carta fechada el 30 de julio dice lo siguiente: Francisco Villa Betancourt, por medio de la presente, me permito distraerlo de sus múltiples ocupaciones y comparezco ante usted con el debido respeto para exponer: Su servidor es nieto del General Francisco Villa y de su última esposa Austeberta Renteria. En días pasados por las fuertes lluvias que aquejan el estado de Durango, se desprendió una parte de la pared de la hacienda de Canutillo sin que a la fecha autoridad alguna se haya presentado a evaluar los daños o buscar un arreglo, por lo que me veo en la necesidad de solicitar su valiosa y pronta ayuda. La hacienda de Canutillo es patrimonio cultural y permite que a su entorno se den cita historiadores, personas ligadas a la cultura y público en general. De ser posible, solicito que el instituto que tan dignamente dirige, tenga injerencia para su pronta compostura y siga siendo recinto cultural como lo es el museo Pancho Villa en Canutillo, Durango. De antemano agradezco la atención prestada y la presente, le reitero mis más altas consideraciones. Atentamente Lic. Francisco Villa Betancourt.

La respuesta del director del INAH llegó en tan solo dos horas: Estimado señor Villa, cuente con nosotros, espero que podamos habilitar el seguro patrimonial del INAH. Lo trabajo y nos comunicamos con usted para resarcir el daño. Lo va a buscar el director del Instituto en Durango, Antonio Reyes, para intervenir de manera coordinada. Cuente con nosotros, abrazo Fraternal. ¡Viva Villa!

Por aviso del maestro José de la O y del que esto escribe, el nieto del general se avocó con una pasión desmedida a intentar resolver la urgencia y lo consiguió en unas cuantas horas, y ahora resulta que un grupo de cronistas municipales de Durango anda pregonando y felicitándose mutuamente diciendo que gracias a ellos el INAH Durango intervino, lo cual es falso, la intervención del INAH se le debe a colectivo los villologos y no a un grupito de cronistas de Durango que casi nada aportan a la causa. Por cierto, el Dr. Antonio Reyes delegado del INAH en Durango y su eficiente equipo de trabajo, ya se trasladaron a Canutillo para realizar un diagnóstico de los daños y su posterior reparación. Felicidades a Francisco y a los Villólogos por tan eficiente y atinada intervención, sin duda el general estaría orgulloso de nosotros.

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