Por: Daniel Huizar

En diciembre del 2018, México soñaba con la “transformación” prometida por aquel hombre que durante 13 años luchó incansablemente con su lema “Por el bien de todos, primero los pobres”, aquel ser que vendiéndose como el salvador de un país desesperado, harto de violencia, impunidad y corrupción por administraciones pasadas logró generar un sentimiento de credibilidad y confianza, a tal grado de sacar de sus casas a casi 60 millones de mexicanas y mexicanos a emitir su derecho al voto obteniendo 30 millones de sufragios a su favor, mismos que lo posicionaron como el presidente número 65 de los Estados Unidos Mexicanos.

Sin embargo, la historia no ha sido como él hubiese querido, la corrupción lo persigue; dicen que una sociedad alcanzará los niveles óptimos de calidad de vida si termina con la impunidad o en su defecto la reduce, parece ser que en este Gobierno esa fórmula no les convence, prefiriendo hacer oídos sordos a acusaciones tales como las famosas 23 casas de lujo de Manuel Bartlet, las adjudicaciones directas de parte de Pemex a su prima Felipa por más de 365 millones de pesos, los 50 millones que la titular del deporte a nivel nacional la Conade encabezada por la exvelocista y medallista Ana Gabriela Guevara recurso que hasta la fecha no ha podido comprobar; o como olvidar el dinero entregado a discreción por David León a Pío López Obrador hermano del presidente, para posteriormente cobrar el favor.

Estos son solo algunos casos en los cuales amigos cercanos y familia directa estás relacionados con temas de corrupción de los cuales ninguno de ellos fue investigado y no existen culpables y si no hay culpables no hay castigo, y si no hay castigo existe la impunidad, una impunidad plagada de favores que lo único que ha transformado es la cantidad de pobres en México sumando 10 millones más para llegar a la cifra catastrófica de 70 millones de personas en pobreza y de esa cantidad se desprenden 30 millones de pobres que están en condiciones extremas, personas que no cuentan con ingresos suficientes para cubrir al menos la canasta básica.

La impunidad se alimenta de la corrupción que no nos quede la menor duda y para este Gobierno es el pan de cada día, hasta hace poco quien fuera la encargada de la Secretaría de la Función Pública (SFP) organismo encargado de evitar la corrupción Irma Eréndira Sandoval pagó la cantidad de 11 mil 625 pesos por cada kit con 25 pruebas de antígeno, pese que el mercado normal su precio es de tres mil 100 pesos, en total la SFP compro 90 kits dando un costo final de un millón 46 mil 250 pesos, lo más extraño es que dicha transacción se realizó a una empresa sin empleados y sin experiencia, ubicada en la parte superior de una tienda de abarrotes.

La transformación de una sociedad no se hace solo a través del discurso, la transformación necesita aliados y realmente terminar con la impunidad que tanto daño nos ha hecho, a la par se debe incentivar e invertir en la innovación, educación, cultura, arte, investigación, seguridad y estabilidad para generar interés en la inversión extranjera logrando la generación de empleo y acercarnos lo más posible a los índices de calidad de vida que merecemos.

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