Por: Quetzal Herrera

Con el paso de los años y de los sexenios a nivel federal, se ha quedado marcado en la historia de nuestro país las distintas formas de gobernar de los presidentes, cada quien le ha impuesto su sello en lo personal y desde luego en lo institucional, traducido en las políticas a implementar que a decisión propia han determinado; desde que tenemos uso de la razón todos los que han despachado en Palacio Nacional reciben críticas de sus opositores, pues si hay algo complicado para el ser humano, es darle gusto a los ciudadanos, máxime cuando se gobierna una nación como la nuestra, en la que muchos pensamos que tenemos la razón de nuestros argumentos.

Esta administración de López Obrador no podía ser la excepción, y muy a pesar que hay decisiones muy extremas, otras poco sustentadas y datos que parecieran no reflejan la realidad, lo cierto es que será el jefe del Ejecutivo los próximos poco más de cinco años y las decisiones que se impulsen, promuevan y se justifiquen desde el poder público de manera directa o indirecta, habla de un estilo necesario para que se puedan aterrizar los planes y acciones. Para muestra las modificaciones al Código Penal del estado de Tabasco, en el que se establece con la decisión mayoritaria de los legisladores de ese estado, pertenecientes a Morena, la llamada “Ley del Garrote”, pues estipula que habrá cárcel de hasta por 13 años a quienes impidan la ejecución de trabajos y obras públicas y privadas, con un claro mensaje en relación a la construcción de la refinería de Dos Bocas, incluso se habla que será más penalizado manifestarse, que el hecho cometer el delito de homicidio.

Esta acción del Congreso de Tabasco, como la «Ley Bonilla» aprobada por los legisladores de Baja California, ponen a estos poderes legislativos de dichas entidades en el “ojo del huracán” ante la sociedad en general, pues deja en claro que se hará lo necesario para lograr los objetivos, sí, muy a su estilo, pero insistimos en que las formas traen tiempos. En el caso de la entidad donde nació López Obrador, esta modificación a su legislación marca un precedente de lo que puede ocurrir en otros estados con mayoría morenista, pues la dedicatoria a quienes se han opuesto a la refinería habla de que tendrán que afrontar las consecuencias.

Es importante para un Gobierno siempre agotar el diálogo hasta sus últimas consecuencias, pues se debe quedar el mensaje de la tolerancia y la apertura a otras formas de pensar, claro, sobre todo a quienes manifiesten argumentos de sus dichos, y no sólo oponerse por oponerse; por ello es necesario que las pláticas sean el “pan nuestro de cada día” en obras de ese impacto ambiental, político y económico, como  Dos Bocas, pues apenas se inicia con la construcción y ya se interpreta como una cerrazón a cualquier tipo de expresión contraria a la oficial. Me parece que gana más el Presidente generando apertura real, que mandar por delante, a la guerra, al Congreso de Tabasco; pues entonces existe la posibilidad que así sea en otras entidades.

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