Por: Quetzal Herrera

Vaya que el hecho de que el presidente Andrés Manuel López Obrador no haya enviado ningún tipo de mensaje al virtual ganador en la elección de Estados Unidos, Joe Biden, causó comentarios negativos no solo en nuestro país, sino en la comunidad internacional, de entrada los argumentos del Jefe del Ejecutivo, aunque para él válidos, han despertado posibles escenarios que pudieran ir en contra de las relaciones bilaterales, es decir, la sana distancia que en este momento plantea quien despacha en Palacio Nacional pudiera generar un desgasta al inicio del próximo Gobierno del país vecino.

Bajo el argumento de que el proceso aún no culmina, y con el hecho de hacer un símil de lo que sucedió en la elección en nuestro país en el 2006, López Obrador de manera implícita respalda la versión del actual mandatario estadounidense, Donald Trump, en cuanto a que ha sido un proceso con indicios de fraude, decisión un tanto arriesgada toda vez que se trata de construir buenas relaciones por lo próximos cuatro años, ya que no podemos aspirar a tender los puentes de comunicación si no existe una postura políticamente correcta con quien habrá de asumir el próximo 20 de enero, no podemos cerrar puertas antes de tiempo, bajo ninguna circunstancia, pero sobre todo por la importancia que tiene el país de las barras y las estrellas sobre el nuestro.

Los asuntos electorales internos deben corresponder única y exclusivamente a Estados Unidos, las relaciones se construyen desde la óptica de la cordialidad política, porque se ha hablado de que con ambos candidatos, Donald Trump y Joe Biden existe buena relación, la cuestión queda en duda porque de entrada nunca se supo de manera pública, ningún encuentro con el abanderado demócrata, y sin embargo, aquella visita “oficial” que hizo López Obrador a la Casa Blanca, desde luego tenía características electorales en favor del aún presidente estadounidense.

Vaya que el camino en las relaciones deberá ser terso luego de este “desaire”, porque la probabilidad de que el próximo 14 de diciembre el Colegio Electoral de Estados Unidos ratifique el triunfo de Biden, es alta, para luego pasar a través de Marcelo Ebrard a construir la agenda de ambos países, donde sin duda uno de los temas que llamará la atención, además del migratorio, es en relación a las políticas públicas en materia de medio ambiente, donde el próximo huésped de la Casa Blanca tiene una fuerte influencia por el uso de las energías renovables, al grado de anunciar que ese país volverá al Pacto de París; mientras en México las acciones van más encaminadas a todo lo contrario.

Hay que dejar en claro que López Obrador está en todo su derecho de esperar los resultados oficiales, pero nada impide que bajo un discurso cuidado y con buenos argumentos, se pueda también considerar ya como un hecho la victoria de Biden, así como lo ha hecho en otras naciones de forma reciente donde también ha habido proceso electoral. Estados Unidos tiene un importante acuerdo con sus dos vecinos, uno de ellos, Canadá, expresó ya su postura, el otro, México, aún no lo hace con argumentos que bien podrían jugar en contra del futuro inmediato; porque es válido que no quieras reconocer a un ganador, pero también lo sería expresar que ya hay una tendencia en favor de un aspirante, y así, se queda bien en ambos lados.

Twitter @QuetzalH