Por: Alejandro Flores de la Parra

El presidente López Obrador tiene un nuevo proyecto que promete ser la solución a uno de los grandes problemas de nuestro país, el incremento en el gasto familiar. En este proyecto, prevé que el Gobierno de México comience a distribuir, mediante la empresa Estatal «Gas Bienestar», el hidrocarburo a los mexicanos, a un “precio justo”, pues asegura que el incremento en el costo, además de afectar la economía familiar, lo está dejando como demagogo y mentiroso.

Como todo lo que hasta hoy se ha presentado, pareciera que, de un chispazo, se encendió el “foquito” de las ideas y, de pronto y sin mucho detalle, empezó a decir que se va a tener ese proyecto y que en tres meses estarían surtiendo el gas en la Ciudad de México. Aseguró que, después del anuncio, habló con Octavio Romero, director de Pemex y garantizó que se tienen los recursos y que no sería problema; incluso aseveró que la paraestatal cuenta con el inventario necesario y que, de no ser suficiente, importarían más gas del que ya se importa.

Además, como era de esperarse, López Obrador arremetió contra las empresas distribuidoras de gas en México y dejó claro que se acabó su libertad para seguir con el aumento del precio del combustible. Con ello, dijo que el Gobierno competirá para no dejar en estado de indefensión a la gente, mientras aceptó que él había hecho el compromiso de que no aumentarían los precios de las gasolinas, del diésel, de la luz (energía eléctrica) y del gas, por lo que no es posible permitir que sigan estos aumentos, puntualizando que un precio máximo “no ayudaría mucho”, porque se necesitarían miles de inspectores para vigilar que las empresas no lo aumenten.

Todos quisiéramos que estas acciones a emprender, sean suficientes para regular los precios mediante la competencia, pero es cierto que los precios de los hidrocarburos dependen de muchos otros factores, como el incremento del precio del petróleo por barril, que se celebró por su Gobierno hace un par de semanas, pero que obviamente se relejaría en los costos a los consumidores finales, de todos los combustibles.

Suponiendo que la creación de otra empresa paraestatal, con figura jurídica, fiscal y con la inversión que significa en infraestructura, personal, logística y estrategias de distribución, además de cumplir con la Norma Oficial Mexicana para garantizar la seguridad de los mexicanos en la manipulación, almacenaje, llenado y distribución de los cilindros de gas, fuera exitosa, una vez más estaría llevando al país al tiempo en que los gobiernos eran dueños de todos y, a pesar de que el fin era social, culminaba en un monopolio total que, al final, terminó siendo vencido por sus propios vicios.

Esperemos que la estrategia sea lo mejor pensada y que se tomen las mejores decisiones, al respecto, en favor de los mexicanos, pues mientras se cristaliza el proyecto, el gas es, sin duda, el gran negrito en el arroz.

Twitter: @AlejandroFdelaP