Por: Primitivo Ríos

La extradición de España a México, del exdirector de Pemex en el sexenio del expresidente Enrique Peña Nieto, Emilio Lozoya Austin, acusado por la Fiscalía General de la República de realizar operaciones de delincuencia organizada con recursos de procedencia ilícita, cohecho y ejercicio indebido del servicio público, ha generado gran pavor entre la clase política y algunos miembros del sector privado ligados al PRI y PAN.

Lozoya, en su calidad de testigo colaborador y cercanísimo operador de Peña Nieto, decidió cooperar con las autoridades federales brindando información sobre las formas cómo se realizaba la corrupción imperante durante el “peñato” y quienes participaban y se beneficiaban de ella. Lozoya, quien fue inhabilitado 10 años por la Secretaría de la Función Pública, es acusado de haber recibido en sobornos hasta 12.9 millones de dólares de la empresa brasileña Odebrecht y la mexicana AHMSA, recursos que fueron destinados a la campaña presidencial de Peña Nieto.

La jerarquía de Testigo Colaborador que ostenta Lozoya Austin le permite obtener beneficios en sus sentencias penales siempre y cuando aporte información sensible que permita a las autoridades mexicanas, conocer a detalle, quiénes participaron en hechos de corrupción y cómo funcionaba esta red de delincuencia de cuello blanco y burocracia dorada.

Lo significativo, como lo ha señalado el presidente Andrés Manuel López Obrador, es que el pueblo cuente con información, se entere y sepa la verdad sobre la existencia de la monstruosa corrupción tolerada durante el periodo de los gobiernos “prianistas” y cómo se beneficiaron de ella los privilegiados de arriba, cómo hacían sus acuerdos, quiénes  participaban, qué decían, cómo  repartían lo que robaban al pueblo; que la gente conozca que atrás de muchos hombres y mujeres inmensamente ricos y de alta sociedad está la corrupción e impunidad, con honrosas excepciones. Estos seres inhumanos consideran que la felicidad lo proporciona sólo lo material.

Se trata de conocer a fondo cómo funcionaba esa maquinaria llamada corrupción que destruyó con el saqueo y despojo a nuestra Patria y orilló al pueblo a la mayor pobreza y desesperanza.

Aprendamos de esta dolorosa y trágica lección para que no permitamos que vuelva a suceder.

Nuestra fe y esperanza en la mujer y el hombre nuevo lo vemos en estos tiempos difíciles de Coronavirus, donde la solidaridad, la hermandad, la armonía son los principios morales que nos están sacando adelante.  Esto es a lo que temen los conservadores y reaccionarios.

En Durango el pueblo dice no a la corrupción e impunidad.

Twitter: @primitivo_rios