Por: Hermann Linden

Después de los trágicos hechos que se suscitaron en Estados Unidos el pasado fin de semana, donde hasta el momento más de 30 personas perdieron la vida en tiroteos y de los cuáles ocho eran mexicanos, vale la pena sin duda analizar un par de cuestiones de suma importancia; cabe destacar que los hechos en mención, no fueron –como suele decirse en el argot policiaco- hechos aislados, ni tampoco un caso único en su tipo, fueron premeditados y con alevosía,  recordemos que tan solo una semana había transcurrido del tiroteo en un festival de comida en el estado de California, y  es que aunque existen miles de kilómetros de distancia entre cada ciudad donde se han presentado estos lamentables sucesos, el móvil hasta lo que podemos enterarnos, ha sido el mismo, odio racial.

¿Afecta a México? Desde luego que nos afecta, esto no sólo replantea la política de seguridad nacional y fronteriza que propone el presidente Trump, también abre un abanico de discusiones sobre las políticas migratorias, los señalamientos realizados a mexicanos y sudamericanos migrantes; genera además una advertencia respecto a los distintos discursos de odio y animadversión racial que se viven en el mundo, pero que específicamente afectan a nuestros connacionales y desde luego, prende todas las alarmas de organismos internacionales y defensores de los derechos humanos, al verse como hechos fanáticos xenófobos.

Algo similar podría llegar a suceder en nuestro país de continuar con y desde la propia Presidencia de la nación fomentando el divisionismo, la lucha de clases sociales y la antipatía entre quienes estamos de acuerdo o no, con las decisiones y políticas de la llamada «Cuarta Transformación».

Por cierto, ¿y el Gobierno mexicano qué pronunció al respecto? El canciller Marcelo Ebrard levantó la polvareda en medios de comunicación estadunidenses, al declarar que se buscará la extradición del asesino de El Paso (cosa que nunca sucederá) y que también se planea tomar acciones legales contra quien le vendió el arma (asunto que tampoco procederá). Ebrard también dijo que el Gobierno mexicano enviará una nota diplomática en la que solicitará al Presidente americano que tome una postura clara contra los crímenes de odio. Sin embargo, hasta el momento dicha nota no se ha hecho pública, ni tampoco nuestro “cabecita blanca”, ha tenido una postura firme o de confrontación bajo una exigencia dura con Trump; y es que ayer en la ya tan mencionada “mañanera”, el Presidente de México mencionó lo sucedido en la ciudad fronteriza y dijo: “Somos muy respetuosos de lo que decidan otros Gobiernos, pero pensamos que estos lamentables hechos que se presentaron en Estados Unidos deben de llevar a la relación, al análisis y a la decisión de controlar la venta indiscriminada de armas. Lo digo con todo respeto. No es nuestro ánimo entrometernos en la vida interna de ningún país, pero sí debe de replantearse este asunto porque afecta mucho en este caso a los estadunidenses y también nos afecta a nosotros”. Y así como el Presidente, los mexicanos deberíamos decirle con “todo respeto” que ese discurso no es novedad, y más bien se ha convertido en una constante de su política exterior desde el inicio de su sexenio, porque, aunque sabedores de su admiración por Benito Juárez, quien efectivamente acuñó la frase “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz.”, también debemos recordarle que el mismo «Benemérito» también dijo: “Todo lo que México no haga por sí mismo para ser libre, no debe esperar, ni conviene que espere, que otros individuos u otras naciones hagan por él”.

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