- “Todos tenemos una reserva de fuerza interior insospechada, que surge cuando la vida nos pone a prueba”: Isabel Allende.
Este dos de abril, se celebra el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, es por ello que en esta ocasión y dada el cambio en la dinámica y rutinas de familia a consecuencia de la pandemia que se vive a nivel mundial a causa del Covid-19, se pueden llevar alteraciones emocionales y conductuales de niños y niñas con trastorno del espectro autista (TEA).
Reconociendo que el arte en el autismo es además de una forma de expresión una terapia para los niños que lo viven, el autismo es un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por la alteración de la interacción social, verbal y la comunicación no verbal.
Según especialistas el Arte es para cada persona algo único y subjetivo; para alguien que pinta puede resultar un escape, para la persona que corre puede ser el viento en su cara, para la cantante de ópera puede ser algo que libera, para tu hijo puede ser la sensación que produce la pintura cuando toca sus dedos. El Arte significa y representa cosas muy diversas para cada uno de nosotros.
El pensamiento en el autismo se sirve de imágenes para decodificar la realidad, precisa de elementos gráficos para comprender las relaciones abstractas que fundamentan complejos procesos cognitivos y, esencialmente, las relaciones sociales.
Los seres humanos somos capaces de comprender la realidad por medio de la relación con los otros, en el caso del autismo esta capacidad se ve afectada, trayendo consigo graves problemas conductuales, sensoriales e incluso motrices.
Cuando nos enfrentamos ante algún desorden en el desarrollo, tendemos a olvidar la simplicidad de la infancia. A menudo nos convencemos de que los procedimientos complejos y descritos con un lenguaje ajeno al nuestro, deben ser mejores por alguna extraña razón. Pero los últimos avances en investigación del comportamiento humano señalan que los desencadenantes de éste, suelen ser elementos muy simples, que obviamos por evidentes y generalmente son provocados por el entorno inmediato, es decir, por nosotros, los adultos.
Las experiencias artísticas permiten representar gráficamente elementos abstractos y subjetivos como lo son las emociones, las cuales determinan nuestro comportamiento. Como mencionábamos antes, el pensamiento en el autismo necesita de imágenes concretas para dar significado a una idea y entonces poder comprender emociones como el miedo, la alegría o la tristeza. Así, somos capaces de dar significado a la realidad a través de la representación, usando el dibujo, la pintura, la expresión corporal, la lectura y los juegos de rol. Resulta evidente que deberían existir más espacios terapéuticos que intervengan de forma grupal usando el arte como un pretexto para expresarse.
El arte es una herramienta para generar un vínculo con la realidad a través de la creación de diversos mecanismos de expresión, de forma lúdica, entendiendo el arte como un vehículo para dar conciencia a las emociones y sensaciones, favoreciendo así la creatividad, compartiendo siempre experiencias que nos ayudan a crecer día a día, sobre todo para los niños con autismo.
No se trata de dar clases de arte. Lo que interesa es desarrollar en los niños con autismo, las capacidades artísticas: belleza, expresión, creatividad, para promover el desarrollo personal. Imaginar, fantasear, divagar, soñar, invitar, crear, recrear es esencial al proceso educativo…
Algunas dinámicas que se pueden trabajar en casa para niños con autismo se recomienda:
- Encajables o puzzles: según la edad del niño/a se pueden usar encajables en los que trabajemos la expresión y comprensión de cada una de las imágenes, o puzzles con imágenes más complejas en las que una vez montados tengamos que localizar ciertos objetos y de esta forma trabajar la atención o el conteo, así como en ambos casos la motricidad fina y la búsqueda.
- Parejas: podemos utilizar un juego de parejas que tengamos o podemos encontrar juegos de parejas por Internet
- Clasificar: podemos clasificar de muchas formas combinando juguetes y objetos que tengamos en casa: cogemos 2 cajitas o recipientes y ponemos como modelo un objeto en cada caja. Puede ser animales que tengamos en casa según el lugar donde viven, clasificar colores con pinzas de tender o botones (según la edad), cubiertos, prendas de vestir de los muñecos, alimentos reales o de plástico, formas geométricas, números, letras,… Un ejemplo sería si tenemos en casa animales y números, en una caja ponemos uno de cada y en otro recipiente que estén todos mezclados y el niño vaya sacando. De esta forma trabajamos expresión y clasificación semántica. Una forma más compleja sería clasificar por tamaño, por forma, por alimentación, etc. También podemos encontrar la elaboración de materiales de clasificación en: https://aulaabierta.arasaac.org/materiales-caa-materiales-teacch
- Juego simbólico: jugar juntos a cocinitas, peluquería, casitas, la granja. Si nuestro hijo tiene dificultades con este tipo de juego, debemos guiarle, podemos darle instrucciones sencillas, hacer onomatopeyas o pequeños diálogos.
- Lectura de cuentos: Podemos hacer lecturas de pequeños cuentos, de forma más sencilla y apoyándonos en los dibujos que presente el libro, ya sea para narrarlo, aumentar su vocabulario o la comprensión del mismo haciendo preguntas sobre el párrafo o trozo que acabamos de contar. Algunos libros recomendados serían
- Para peques 0 – 3: El pollo Pepe; Luna o veo veo de la colección de la Cuna a la luna; Si yo fuera un león; Cuentos clásicos como Los 3 cerditos, Caperucita Roja, La Ratita presumida, etc.
- Para más de 3: Elmer; El monstruo de colores; ¿A qué sabe la luna?; Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes, et.
- Juegos de mesa. Podéis consultar nuestro blog donde encontrareis diferentes artículos relacionados con el juego:
- El parchís: el objeto del juego es que cada jugador lleve sus fichas desde la salida hasta la meta intentando, en el camino, comerse a las demás. Edad recomendada: a partir de 4 años.
- El juego de oca: cada jugador avanza su ficha por un tablero en forma de espiral con 63 casillas con dibujos. Edad recomendada: a partir de 4 años.
- Mikado: desarrolla la psicomotricidad fina, potencia la memoria, desarrolla las estrategias y es ¡muy divertido! Edad recomendada: más de 5 años
- Con el juego Time’s up para niños tendremos más tiempo y conceptos más sencillos. Objetos cotidianos, animales, profesiones… Cientos de temas a acertar, ¡y risas aseguradas! Edad recomendada: 4 años.
- El dominó: el objetivo es colocar todas tus fichas en la mesa antes que los contrarios y sumar puntos. Edad recomendada: 4 años.
- Torre Jenga: es ideal para jugar en familia. Edad recomendada: a partir de los 3 años.
- Dobble: juego de carta es 5 en 1. Desarrolla la velocidad, la observación, reflejo, etc. Edad recomendada: 4 años
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