Cultura

Un día como hoy recordamos al poeta y periodista veracruzano Salvador Díaz Mirón

12/06/2020 - Hace 4 años en

Un día como hoy recordamos al poeta y periodista veracruzano Salvador Díaz Mirón

Cultura | 12/06/2020 - Hace 4 años
Un día como hoy recordamos al poeta y periodista veracruzano Salvador Díaz Mirón

Un día como hoy 12 de julio pero de 1928, muere el veracruzano Salvador Díaz Mirón, periodista y poeta precursor del modernismo en México, autor de “Lascas”. Sus restos descansan en la Rotonda de las personas ilustres.

Salvador Díaz fue considerado como uno de los poetas románticos más importantes del país, un destacado intelectual, autor de obras como Oda a Víctor Hugo, A Gloria, Voces interiores, Ojos verdes y Redemption, por mencionar algunas.

Nació en Veracruz, el 14 de diciembre de 1852, Díaz Mirón mostró a temprana edad un apego a la literatura y la prosa, iniciándose a los 14 años en el ámbito periodístico.

Hijo del periodista y político que fuera gobernador de su estado, Manuel Díaz Mirón, siguió los pasos de su progenitor, pero con fuerte inclinación hacia las letras, su madre fue Eufemia Ibáñez. A su padre se le atribuye la famosa estrofa de cementerios: «Aquí la eternidad empieza, y es polvo la mundanal grandeza».

Realizó sus estudios de forma irregular en Xalapa. En 1865 entró al seminario donde estuvo más de un año. Volvió a Veracruz y a los 14 años se inició en el oficio de periodista. En 1872 su padre lo envió a Estados Unidos de América para alejarlo de sus malas amistades. Cuando volvió ya hablaba inglés, francés y tenía nociones de latín y de griego.

Interés en la poesía

En 1874 empezó a interesarse en la poesía. Años después, en 1876, cuando escribía el periódico «El Pueblo», se autoexilió a Estados Unidos por razones políticas. A su regreso, colaboró para diversas publicaciones y dirigió El Veracruzano, que era propiedad de su padre, El Diario y El Orden. Durante el dilatado imperio de Porfirio Díaz, la poesía mexicana vivió una época de mínimo pero evidente esplendor, como lo señala Carlos Monsiváis en el prólogo de La poesía mexicana del siglo XX, junto a Salvador Díaz Mirón, Manuel José Othón, Manuel Gutiérrez Nájera, Luis G. Urbina, Amado Nervo y Juan de Dios Peza fueron los más idóneos representantes espirituales del porfiriato y de una cultura nacional que culminó en las Fiestas del Centenario y en el discurso retórico de Justo Sierra al inaugurar la Universidad.

Estos poetas fueron herederos del pensamiento de libertad, intentaban el dominio de la forma y se adherían al modernismo, también redimieron a la literatura latinoamericana del yugo de Espronceda y Lamartine. Fue de los primeros poetas que con un repertorio lírico y sustento mexicano de veladas literario-musicales, detuvo por cincuenta años la comprensión y acercamiento de los lectores hacia la poesía nueva.

En 1882, Salvador Díaz, contrajo matrimonio con Genoveva Acea Remond, en 1879 inició en la política al convertirse en diputado de Jalancingo en su estado natal y entre 1884 y 1885, llegó a ser diputado del Congreso de la Unión.

El ilustre personaje fungió como director y fundador de algunos periódicos y fue en el periodo presidencia de Victoriano Huerta, cuando fue director de “El imparcial”. Su labor en la literatura se comprende de tres etapas. La primera en la que se le considera un autor identificado con el romanticismo europeo, producto del contacto que tuvo con él en España, tras la salida del país por la caída del gobierno Huertista. La segunda etapa es la recogida en el libro Lascas, que muestra una faceta más íntima y con una introspectiva del autor, donde buscó la perfección en la forma y por un verso depurado que retoma los aspectos clásicos de la poesía.

Su última etapa incluye 24 títulos, entre ellos: Los peregrinos, Al buen cura, A un profeta, La mujer de nieve, A un pescador y El ingenioso Hidalgo.

Fue elegido miembro correspondiente de la Academia Mexicana. En 1910 volvió a prisión cinco meses por intentar asesinar al diputado Juan Chapital, quien presumía de haberlo mandado callar. El diputado se le abrazó cuando el poeta intentó sacar su revólver. En la cárcel de Belén escribió su poema «Aria Nueva» desde su lujosa celda, con un ánimo mucho más relajado (y hasta festivo) que cuando escribió su «Oración del preso»; ahora, altivo, se comparaba con un «peñasco firme responda al frémito de la ola que rueda saña en espuma».

El poeta murió el 12 de junio de 1928, en el puerto de Veracruz, tras un último incidente donde dejó desmayado a culatazos a un alumno que lo retó a pelear, Ulibarri (quien ejerció después como odontólogo y presumía de ese pasaje en su vida). Sus restos descansan en la Rotonda de las Personas Ilustres de la ciudad de México. En 1941 se publicaron sus Poesías completas.

Honores:

  • En el puerto de Veracruz, existe una avenida de doble carril, arbolada, que lleva su nombre y que se extiende desde el Cementerio Particular Veracruzano hasta el parque Zamora, en el centro de la ciudad.
  • En el cruce de dicha avenida con la avenida Simón Bolívar existe una glorieta con el monumento de él, de cuerpo entero.
  • Hay una escuela primaria federal, situada en la calle de Juan Enríquez y Lafragua que en la entrada tiene un busto de él y un pensamiento en la pared arriba del monumento que dice: «Educad al niño y no tendreís que castigad al hombre».

Te podría interesar: El Museo Nacional de San Carlos celebra su 52 aniversario

Síguenos en: Google News Notigram
Autor

Mónica Rojas

Nacida en la Ciudad de Durango, Durango., México. Licenciada en Ciencias y Técnicas de la Comunicación, egresada de la Universidad Autónoma de Durango (UAD).

Últimas Noticias icon arrow right

Deja tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Notigram