Santiago Papasquiaro, Durango.- La lucha por la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres rurales no solo es una cuestión de justicia, sino un elemento esencial en la batalla contra la pobreza extrema, el hambre y la desnutrición.
Las mujeres rurales, que componen una cuarta parte de la población mundial, desempeñan roles cruciales en la sociedad. Son agricultoras, asalariadas y empresarias, labran la tierra y plantan las semillas que alimentan naciones enteras. Además, son las garantías de la seguridad alimentaria de sus comunidades y contribuyen a la preparación de estas frente al cambio climático.
No obstante, a pesar de su trabajo vital, las mujeres rurales, tal como lo señala la Organización de las Naciones Unidas (ONU), enfrentan de manera desproporcionada las múltiples facetas de la pobreza. A pesar de su productividad y habilidades, a menudo no tienen igual acceso a recursos como la tierra, el crédito, los insumos agrícolas, los mercados o las cadenas de productos de alto valor. Además, enfrentar desigualdades en cuanto a servicios públicos como educación y atención médica, así como infraestructuras básicas como el acceso al agua y saneamiento.
Las barreras estructurales y las normas sociales discriminatorias continúan limitando el poder de las mujeres rurales en la participación política dentro de sus comunidades y hogares. A nivel mundial, la mayoría de los indicadores de género y desarrollo reflejan que las mujeres rurales se encuentran en una situación más desfavorecida en comparación con los hombres rurales y las mujeres urbanas.
Este Día Internacional de las Mujeres Rurales, es fundamental recordar sus necesidades y valorar su contribución en la provisión de alimentos y servicios en regiones menos desarrolladas.
Por: Rolando Herrera