Chihuahua .- «Les juro que no le diré nada a mi mamá, pero, por favor, ya déjenme ir”, alcanzó a suplicar varias veces Christopher antes de fallecer la tarde en que fue golpeado, secuestrado y enterrado por su 45s amigos y vecinos Valeria, Alma Leticia, Jesús David, Irving y Jorge; el mayor de ellos de 15 años y el menor de apenas 12.
Christopher tenía seis años. Le decían El Negro o El Negrito, medía un metro 23 centímetros, pesaba 32 kilos. La autopsia indica que murió por asfixia, estrangulación y por objetos contundentes. En el costado derecho de su cuerpo tenía 22 puñaladas; y adentro de la bolsa derecha de su pantalón, como un sello de su infancia, un carrito azul con el que solía jugar.
Jueves 14 de mayo. Eran las 2 de la tarde, cuando en una de las calles de la colonia Laderas de San Guillermo, Valeria encontró a Christopher y le propuso que fuera con ella a tirar al barranco a un perro moribundo que llevaba de una cadena. En el camino encontraron a Jesús David, y a los hermanos de la niña: Jorge Eduardo e Irving. Entre todos decidieron pasar por Alma Leticia a su casa para que los acompañara.
Llegaron al barranco, atrás del Cereso número 1 de Aquiles Serdán, una zona conurbada de Chihuahua, y mataron al can, primero a pedradas, luego con un cuchillo que llevaba Alma Leticia. Luego le pusieron la cadena a El Negrito y empezaron a arrastrarlo.
“Ese día en el arroyo jugábamos a ser sicarios cuando a Irving se le vino en mente secuestrar a El Negrito, dijo que le traía ganas… El Negrito empezó a llorar; le tapamos la cara con el hule de un paraguas que estaba en el arroyo, Irving le dijo que se callara, porque si no lo iba a matar. Como no se callaba le puso un plástico en la boca y un palo en el cuello. Él estaba en el suelo.
“Luego Irving se subió al palo y luego Valeria, porque estaba más gorda y El Negrito todavía estaba respirando. Valeria dijo que todavía estaba vivo y le empezaron a aventar piedras en la cabeza, Valeria le dio varias puñaladas por las costillas con el cuchillo de Lety y de ahí lo empezaron a enterrar. Lety me dijo que la ayudara a hacer el hoyo donde lo enterramos. Le eché hierbas encima y nos fuimos cada quien para su casa, nos fuimos a bañar. La cadena y el cuchillo que llevaban sangre de El Negrito y del perro los limpiamos. A Irving le gusta matar perros. Dijimos que nos íbamos a ir a Guachochi; ahí el tío de uno de nosotros es la mano derecha de El Chapo, y él nos ayudaría a ser sicarios.
“Pero luego Tania, la mamá de El Negrito, fue a mi casa como a las 11 de la noche y comenzó a preguntar si no lo habíamos visto”, relata uno de los imputados quien agrega que todos decidieron sumarse a la búsqueda del niño, para que nadie sospechara de ellos.
“No puedo entender aún cómo pudieron ser tan cínicos de acompañarme a buscar a mi hijo, cuando ellos mismos lo habían secuestrado, matado y enterrado. Pasamos horas y horas recorriendo la colonia, ocupamos toda la madrugada buscándolo y ellos, los cinco, siempre conmigo dizque ayudándome… Un perro siente más que esos niños”, dice Tania en entrevista, mientras acomoda flores en la tumba de su hijo en el Panteón de Aquiles Serdán. En el sepulcro contiguo está su esposo, quien falleció hace tres años.
“A mí no me verán llorar porque no me gusta provocar lástima. Llorar no ayuda en nada. Yo le prometí a mi hijo, el día en que lo estaba enterrando, que haría justicia y así será”. Tania ha recibido amenazas y tuvo que salir del estado por algunos días. “Mi vida dio un giro de 380 grados; tengo 25 años, mi esposo murió después de tres infartos, teníamos seis años de casados, ahora mi esposo y Christopher están uno junto al otro en el mismo panteón”. Sólo le sobrevive otro hijo que tiene discapacidad intelectual y motriz.
“Esos niños tienen que pagar por lo que hicieron; pero aunque pasen 20 años en la cárcel nunca van a pagar lo que le hicieron a mi hijo. No me lo pueden regresar. Yo no estoy de acuerdo con que los tres menores (uno de 12 y las dos niñas de 13 años) estén en el DIF, y no en el Centro de Readaptación para Adolescentes como están los otros dos. Sabían lo que hacían, lo tenían todo bien planeado. Mira que todavía ayudarme a buscarlo y andar tranquilamente, como si no hubieran hecho nada, hasta el sábado que uno de ellos confesó”.
La confesión
La madrugada del 14 de mayo, uno de los menores no podía dormir y despertó a su hermana para decirle que escuchaba la voz de El Negrito, que sentía miedo; se tiró al suelo y confesó que sus cuatro amigos habían matado a Christopher, que él solo los había acompañado al arroyo a tirar a un perro.
Fue la madre de este menor quien lo llevó a las instalaciones de la Fiscalía argumentando que su hijo “no le hacía ningún caso”. Una vez ahí, el menor confesó saber dónde estaba el niño desaparecido. Refirió que los hermanos Valeria, Jorge Eduardo e Irving lo asesinaron y condujo a las autoridades al lugar donde se encontró el cuerpo de Christopher Raymundo Márquez Mora. Retiró las ramas que colocaron sobre la fosa, de la que sobresalía un tenis. Hoy, este menor de 15 años junto con otro de los presuntos implicados está sujeto a proceso en prisión preventiva en el Centro de Readaptación Social para Adolescentes Infractores (Cersai).
Omar Delfino Ramírez Luna, jefe del departamento de Ejecución de Medidas para Adolescentes en Chihuahua, explica que los otros niños de 12 y 13 años no pueden ser imputados debido a su minoría de edad.
“Están bajo la guardia y custodia de la Procuraduría de Asistencia Jurídica Social, dependiente del DIF del gobierno del estado, en coad- yuvancia con la Subdirección de Ejecución de Medidas Sancionadoras para Adolescentes, que monitoreará y llevará a cabo el informe de las actividades de los adolescentes”, explica.
Los menores de 14 años no pueden ser privados de la libertad. Los dos adolescentes que están en el Cersai reciben un trato igual que los otros 446 jóvenes internos en la entidad. Despiertan a las 6:00 horas, se bañan, asean su cuarto y asisten a clases de forma diaria y obligatoria. Por la tarde, desarrollan labores en talleres terapéuticos y ocupacionales de carpintería, mecánica y herrería. Tienen derecho a visita familiar los miércoles y los domingos.
Están en la etapa de un proceso que puede durar máximo un año. La sanción máxima de internamiento será hasta de 15 años en caso de que se les encuentre culpables.
El perfil sicológico
Trastorno de conducta antisocial, inestabilidad emocional, sentimientos de inferioridad, desvalorización, agresividad, impulsividad, tendencia sádica cruel, dificultad y ansiedad para relacionarse con el medio y establecer relaciones sociales y afectivas, y aplanamiento emocional sin existencia de una sana distancia entre la fantasía y la realidad.
Inadecuación hacia el medio que lo rodea, tanto en el núcleo social como en el familiar. El joven no estudia, tiene actitudes dependientes, huye de la realidad, manifiesta impulsos de hostilidad y agresivos hacia los demás; inconsciencia moral, perturbación en las relaciones personales, carácter cambiante con una actitud defensiva, son algunas de las características detectadas en Jesús David en exámenes sicológicos.
También se sabe que los menores implicados en el crimen antes cometían actos tendientes a lastimar: quemaban casas en su colonia y cometían otros hechos vandálicos.
Valeria de 13 años no estudia. Fue expulsada de la escuela por agresión en contra de sus compañeras. “Con reiterada violencia, presenta indicadores compatibles con características de trastorno disocial de la personalidad e inestabilidad emocional; autodesvalorización; sentimiento de inadecuación e inferioridad”. Valeria explica en su declaración: “Teníamos pensado privarlo de la vida. Irving y Jorge son mis hermanos y los otros mis amigos. Irving dijo que si lo se