Cultura

PUERTA INTERIOR… Amigos

12/08/2021 - Hace 3 años en Durango

PUERTA INTERIOR… Amigos

Cultura | 12/08/2021 - Hace 3 años
PUERTA INTERIOR… Amigos

Por: Norma Huizar

Vamos por un libro, le dije.

Llegamos a la librería y no tenían ese título. ¿Y este otro?, pregunté esperanzada. Tampoco, contestó sin importarle al joven.

Dimos vuelta a la manzana. ¡Mira, la oficina de mi madre era aquí! Comenté.

Pues mi madre, trabajaba en esa esquina. “Yo venía de niño. Yo también aquí crecí”.

En esta esquina venía a checarme de mi primer embarazo, ahora es un hotel. Sentencié. “Aquí me salvaron la pierna, casi la pierdo”, expreso él.

A esta iglesia me obligaron a venir a misa cada domingo a las 6.30 de la mañana. “Mmm yo paso con eso de ir a la iglesia”, dijo él.

Emocionada le digo que hay una tienda de antigüedades, y entramos.

Recorremos el bazar y los recuerdos llegan con los olores y el ambiente; por ciertos objetos que revivimos con solo verlos.

Calentones de petróleo, donde mi abuela colocaba una olla con agua y hojas de eucalipto para aromatizar la casa. Muy buenos para el tiempo de frío.

Los quinqués, para cuando se iba la luz. También de petróleo. El pizarrón de la marca refresquera, donde aprendí las letras y a leer, con el tío Raúl.

Los cuadros de textiles con figuras de santos, caballos y paisajes. Y que ahora cuestan un dineral. Antes muy usados en las salas.

Televisores de antes de la era del control remoto. Los envases de a litro de leche y sus rejas metálicas. Los triciclos, y ¡mira! hay uno como el que tuve.

¿Y lo usaste?, pregunta René.

¡Claro!

Fue el único regalo de mi padre. Era rojo, con un moño grande también rojo.

¡Hermoso!

Esa navidad nevó. Tengo la foto, con mi gorro de estambre y un abrigo rojo.

Casi terminamos el recorrido, y de repente, en el suelo una charola de metal.

“Mira, mi abuela tenía una igual”, le digo.

“Sí, mi mama también. Ahí me servía la comida María. No puede ser. Como si el tiempo no hubiera pasado”.

¿Cuánto cuesta? (…)

René pagó la charola y la puso entre mis manos.

La infancia llego de golpe. La tristeza, las primeras letras, la figura de la abuela y la casa donde nací.

“Gracias”, le dije conmovida.

“¡Somos amigos!”, señaló.

Fue solo una vuelta a la manzana y viajamos por el tiempo. Recordamos a nuestras madres que nos criaron solas y todo lo que ha implicado estar ahora y aquí.

“¡Somos amigos!”, respondí.

Y por las similitudes de nuestra infancia somos cómplices, nos entendemos y sabemos de nuestros demonios.

“Sobrevivimos”, le expresé.

“Así es, ahora debemos vivir”, concluyó.

  1. Te quiero René.

Twitter: @_NormaHuizar_

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