Solo en el municipio de Durango, a la semana se denuncian 80 casos de padres y madres violentados por sus hijos o nietos.

Es un problema registrado desde hace varias décadas y que ha ido al alza a la par del incremento en el consumo de drogas, afirmó Viviana Soto, coordinadora de la unidad de Atención a la Violencia Familiar y de Género.

El área perteneciente a la Dirección Municipal de Seguridad Pública (DMSP), coordina las atenciones por llamadas de emergencia al 911, en casos de violencia, y los que llegan a la aplicación SOS Seguras.

Se sabe que más de la mitad de las mujeres que sufren violencia doméstica no denuncian, lo cual empeora al tratarse de madre e hijo. «La complejidad de este fenómeno es la parte afectiva», afirmó la coordinadora.

«A una pareja puedes dejar de verla y ya no pasa nada; con los hijos el vinculo es mucho mayor y es más complicado para ellas llevar a cabo estos procesos penales», indicó.

Se estima que el 90 por ciento de las madres y padres violentados no denuncia. No obstante, personal de la unidad da seguimiento a los casos para evitar que se repitan las agresiones.

Tras el auxilio recibido en el 911 o la app SOS, acuden los policías, los cuales cuentan con la capacitación en actuación policial con perspectiva de género y atención a violencia familiar, detienen al agresor.

Pero el único destino no es la estación de policías, ya que el ser un problema relacionado con el consumo de drogas, en ocasiones deben trasladar a las personas a un hospital, como el de Salud Mental.

Tras esto, se realizan visitas domiciliarias o asesorías telefónicas para saber como ha evolucionado el problema luego del auxilio.

La atención en estos casos implica no solo el rescate de la víctima sino la atención al agresor.

La coordinadora de la unidad, explicó que, «aunque la mamá muchas veces no quiera proceder con una denuncia formal, se tiene la presencia constantemente y la atención al agresor , porque si no atendemos al agresor muchas veces sigue ocurriendo».

La violencia hacia los padres es ejercida por personas de entre 18 y 35 años de edad, mientras que las víctimas tienen entre 35 y 50 años.

«Estábamos acostumbrados a ver que los adultos mayores eran quienes tenían esta vulnerabilidad pero realmente estamos hablando de mamás también de 35, 40, 50 años, que están en esta situación de agresión por parte de los hijos», refirió Viviana Soto.

De acuerdo con información de la Unidad, un 20 por ciento de los casos atendidos son de abuelas y abuelos victimados. Su coordinadora destacó que va al alza el número de casos «abuelos que termina criando a los nietos».

La violencia contra padres, madres y abuelos está ligado al consumo de drogas, según muestran las atenciones que a diario brinda la unidad tras un reporte al 911, esto da una idea del nivel de violencia real que se vive ya que cabe recordar que solo uno de 10 delitos es denunciado.

La entrevistada, quien también realiza atenciones directas con las víctimas, advirtió que, «la edad de consumo (de drogas) ha ido bajando; cada vez han sido más jóvenes que empiezan a tener algún tipo de trastorno y conductas agresivas o delictivas a más temprana edad».