Por: Manuel Díaz
La guerra contra el COVID-19 quita diariamente la vida a cuatro personas, siempre pido en oración a mi Padre Dios que me otorgue fortaleza para afrontar esta lucha que desintegra familias, compartió David García, enfermero especialista del ISSSTE.
Sensación de muerte, falta de aire, dolor físico, angustia, temor y frustración, conforman parte de la descripción de un paciente que es hospitalizado al área COVID-19.
Muerte de jóvenes veinteañeros que perdieron la vida a consecuencia del COVID-19, la enfermedad no respeta edades, ni condición social, ni sexo, los adultos mayores son quienes más pierden la vida al afrontar la guerra contra la enfermedad.
Complicada la recuperación de los pacientes que son hospitalizados a consecuencia del COVID-19, porque se desarrolla la angustia y la tristeza, ante la falta de la cercanía física con sus seres queridos.
Aunque se genera un vínculo sentimental entre el personal de enfermería con los pacientes hospitalizados, la gran mayoría llega a morir ante la carencia de afecto familiar, cabe destacar que los familiares se comunican con sus pacientes hospitalizados por medio de cartas y con el uso de la tecnología a través de videollamadas.
Un paciente de 32 años se comunicó vía telefónica con su padre para pedirle perdón por aquellas situaciones en las que no tomó la mejor decisión, para agradecerle por cada uno de los sacrificios que su papá realizó. El paciente murió al poco tiempo de que le fue colocado un ventilador.
Familiares no vuelven a tocar el cuerpo del paciente fallecido por COVID-19
Son parte de las experiencias que se viven a diario como enfermero del área COVID-19, «nos llaman superhéroes, pero en realidad no lo somos. Porque hacemos lo que humanamente es posible y siempre pedimos un día a la vez, porque se desconoce cuándo tiempo queda de vida al afrontar la guerra contra el Coronavirus».
Todos los días los compañeros enfermeros sienten miedo, porque parece que la guerra contra el COVID-19 no va a terminar nunca.
La guerra del COVID-19 ataca a los pulmones, infecta las vías respiratorias, daña el aparato digestivo, causa problemas cardiacos y renales, trastornos en el proceso de coagulación y sangrado en el tubo digestivo.
Cuando un paciente muere a consecuencia del COVID-19, se coloca en una bolsa médica forense, luego se llama a los familiares para que identifiquen el cuerpo. Únicamente se permite que vean el rostro, no pueden tocar el cuerpo, aun cuando utilizan cada uno de los implementos médicos para evitar el contagio de la enfermedad.