Por: Antonio Gaytán
Ante el embate del cambio climático en las actividades agropecuarias existen dos caminos: tener más agua o utilizar menos agua, opinó el consultor israelí Marcelo Schottlender.
- Marcelo Schottlender es consultor de desarrollo rural y agronegocios ,exasesor Agrícola de la Embajada de Israel en México y exdirector general de la Cámara de Comercio.
En el programa Aquí hay Campo, de canal 15, se abordó el tema de los incendios forestales en regiones serranas, consecuencia de largos periodos de estiaje y altas temperaturas.
Las tierras están desertificadas y los pastizales, cuando se tienen, se secan y se convierten en combustible de grandes incendios difíciles de controlar.
Se trata de un escenario que irá agravándose, como en zonas forestales, agostaderos y tierras agrícolas, y para afrontarlo y mejorar las condiciones se tienen dos caminos.
El primer camino requiere dinero, invertir en obras hidráulicas que van desde construir bordos de abrevadero y presas hasta desalinizar agua de mar y conducirla hasta donde es requerida.
La segunda opción es más cultural que tecnológica, pues requiere de la optimización del agua disponible y la reutilización de aguas residuales. También se requiere invertir, pero este gasto reditúa en una mayor productividad en el campo, es decir, se recupera en la comercialización de mejores cosechas.
“Soluciones hay, pero ustedes están luchando para que esas soluciones no les lleguen al bolsillo, entonces, no sé cómo lo van a hacer”, expresó.
Tener más agua o utilizar menos agua, ambas cuestan dinero y surgen las preguntas: ¿quién va a invertir?, ¿lo hará el gobierno o serán privados? Pero sin inversión habrá problemas.
Ahora, explicó el consultor Marcelo Schottlender el costo de no tener cuando se necesita es mucho más alto que el costo de poner un riego por goteo (tecnificación).
Un ejemplo: los rendimientos promedio en la siembra de maíz en Durango oscila de ocho a 10 toneladas por hectárea, y si las tierras estuvieran tecnificadas, donde además de agua se dan nutrientes a la planta, pudieran levantarse cosechas de hasta 30 toneladas como sucede en Jalisco, es decir, debemos analizar cuando gastamos para levantar 10 toneladas y cuanto nos cuesta obtener 30 toneladas de maíz por hectárea.
Por eso, reiteró el especialista que el problema es humano más que tecnológico, es un tema cultural.
Tema que será base de una conferencia que dictará en el primer Foro Internacional Agroindustrial (FIA 2022) de Canacintra, la que se celebrará el 9 y 10 de junio en la Ciudad de México.
En ella hablará de las investigaciones realizadas en Israel de por qué hay innovación y tecnología en ese país, donde de todos los parámetros tomados en cuenta como financiamiento, regulación, clima, Gobierno y cultura, etcétera, resulta que cultura es el tema fundamental.
“Los que compran riego, los que deciden tener 40 toneladas en lugar de 10, son personas que se animaron a tomar decisiones, bueno, esa parte cultural es la que debemos cambiar”, apuntó.
El consultor Marcelo Schottlender ofrece llevar a 10 jóvenes a Israel, que vivan un año en ese país y abrir su mente a ser más innovadores, así como tener menos aprensión a los fracasos para tener éxito, que más que hablar vayan y lo vivan, y regresar a México con una mentalidad diferente para afrontar mejor problemas que cada vez serán más serios por el cambio climático.