Suecia se mantiene firme en su estrategia de medidas voluntarias y no bloqueos, mientras el país lucha contra una segunda ola creciente del COVID-19, que ahora ha matado a más de seis mil suecos.

La nación nórdica de 10 millones de habitantes, cuyo enfoque suave para combatir el virus ha atraído la atención de todo el mundo, y las duras críticas internas de algunos, ha visto un aumento en el número de casos, hospitalizaciones y muertes en las últimas semanas.

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Con cinco mil 990, el número de casos nuevos de COVID-19 notificados el viernes en Suecia fue el más alto desde el inicio de la pandemia. También se registraron 42 muertes más, la mayoría durante unos tres meses.

El primer ministro sueco, Stefan Löfven, dice que el país se encuentra en «una situación muy grave». «Los desarrollos van en la dirección equivocada rápidamente. Más infectados. Más mueren», escribió en Facebook este mes.

Sin embargo, la estrategia no cambiará. «No, seguiremos por este camino», dijo el epidemiólogo jefe Anders Tegnell.

«Así es como trabajamos en Suecia. Tenemos gran entendimiento y un gran cumplimiento de las reglas».

A diferencia de muchos otros países, Suecia ha mantenido abiertas las escuelas, los restaurantes y otros negocios durante la pandemia.

En cambio, se ha centrado en medidas voluntarias destinadas a promover el distanciamiento social y la buena higiene, como trabajar desde casa si es posible, y evitar el transporte público y las actividades interiores abarrotadas.

El enfoque ha generado críticas y elogios.