El grupo terrorista Estado Islámico (EI) confirmó el jueves la muerte de su líder, Abu al-Hussein al-Husseini al-Qurashi, en un enfrentamiento armado con otra organización yihadista en el noroeste de Siria.

Según el portavoz del EI, Abu Huzaifa al Ansari, Al-Qurashi fue abatido por combatientes de Hayat Tahrir al-Sham (HTS), una formación aliada de Al Qaeda, que intentaba capturarlo en una localidad de la provincia de Idlib. No se dieron detalles sobre el lugar exacto ni la fecha del hecho.

Al-Qurashi había asumido el liderazgo del EI hace ocho meses, tras la muerte de su predecesor en un combate con “los enemigos de Alá”. Era el cuarto jefe del grupo terrorista desde la muerte de su fundador, Abu Bakr al Bagdadi, en 2019 en una operación estadounidense.

El portavoz anunció que el nuevo líder del EI era Abi Hafsan al-Hashimi al-Qurashi, cuya identidad y trayectoria se desconocen. Al igual que sus antecesores, adoptó el apellido Al Qurashi para reclamar su descendencia de la tribu de Quraish, a la que perteneció el profeta Mahoma.

El EI, que llegó a controlar vastas zonas de Irak y Siria en 2014 y proclamó un “califato” basado en una interpretación radical del islam suní, fue derrotado militarmente en ambos países tras una serie de ofensivas. Sin embargo, sigue activo y realiza atentados esporádicos. Estos golpes suponen un duro revés para la organización terrorista, que intenta reorganizarse y mantener su influencia.

El EI es un grupo extremista que busca instaurar un califato, es decir, un sistema de gobierno basado en la ley islámica, y que opera principalmente en Irak y Siria

El origen del EI radica en otro grupo surgido en 2003 para combatir la invasión estadounidense en Irak. El grupo terrorista se hizo famoso por sus brutales métodos, como tiroteos masivos y decapitaciones, que difundía a través de internet. Su gobierno estuvo marcado por la violación de los derechos humanos, la persecución de las minorías religiosas y étnicas y la imposición de una estricta versión del islam.

En su momento de mayor expansión, el EI llegó a controlar un territorio equivalente al tamaño de Reino Unido, donde vivían unos 10 millones de personas. Además, estableció filiales y recibió lealtad de otros grupos terroristas en varios países.

Sin embargo, el EI fue perdiendo terreno ante las ofensivas militares de las fuerzas locales e internacionales. En marzo de 2019, perdió su último bastión territorial en Baguz, una localidad siria cerca de la frontera con Irak. Desde entonces, sus combatientes se han dispersado y han recurrido a la guerrilla.

A pesar de su debilitamiento, el EI sigue representando una amenaza para la seguridad regional e internacional. Según un informe reciente de Naciones Unidas, el grupo cuenta con unos 10 mil combatientes activos entre Irak y Siria y dispone de unos 100 millones de dólares para financiar sus operaciones.

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