La donación como el mayor acto de empatía
Este 2 de junio es el Día Nacional del Donante de Órganos y Tejidos por lo que es momento de reflexión sobre el más grande acto de empatía, la donación.
Al ponerse en el lugar del enfermo necesitado de un órgano y proclamamos con nuestra conducta solidaria un principio universal inapelable: hacer lo que esperaríamos que hicieran los otros en el hipotético caso de que mi enfermedad necesitase de la solidaridad.
Hoy en día existen personas esperando con impaciencia un trasplante de riñón, de hígado o de corazón, entre otros. Las especies de donaciones factibles al día de hoy son de sangre, de cordón umbilical, de hígado, de corazón, de riñón, pulmones, páncreas; así como de tejidos, tales como las córneas, los huesos, los músculos, e incluso de cerebros.
La primera condición para ser donante “de vivo” es la voluntariedad: hay que ofrecerlo libremente, sin sentirse presionado por nada ni por nadie, y además esa persona tiene que estar totalmente sana, tener por supuesto los dos riñones y más de 20 años.
Si se desea ser donante post mortem es necesario dejarlo por escrito ya sea en un testamente o la manera mas sencilla, en la licencia de conducir, aunque se puede recurrir al tutor o parientes mas cercanos para conocer la voluntad del occiso, por ello la donación de órganos debe ser un tema en la mesa y no un “mal augurio”.
La generosidad y el altruismo están en la base de cualquier donación, en este caso con poco damos mucho, vida a los que la necesitan con apremio.