La felicidad y el futuro
Desde pequeño me pregunté que era la felicidad, y que me podía deparar el futuro.
Fui creciendo y descubriendo la felicidad con la inocencia de un niño, y el camino de mi futuro.
Un futuro a veces dulce como el almíbar y otras veces, amargo como la hiel.
Yo pensaba que la vida iba a ser como un un jardín de rosas, con su tupida y mullida alfombra de césped recién cortado por donde podría ir pisando cada día, craso error.
Al revés, el camino siempre ha estado lleno de piedras, arenas movedizas y espesos matorrales que no me dejaban ni caminar bien, me hundían y, no me dejaban ver más allá del horizonte.
Matorrales que aparte de ser espesos, estaban llenos de espinas que me hacían más difícil el avanzar, al ser hirientes como puñales que se clavaban en mis carnes.
Solo de ver todo lo que me estaba encontrando en mi devenir por este mundo, me hizo pensar en que mi futuro y mi felicidad, iban a ser más bien de un color oscuro, por no decir negro.
Lleno de espinas, piedras y demás cosas que uno se puede encontrar en el camino.
Pero con el paso de tiempo, me fui dando cuenta de que no. De que tras un fracaso, viene un nuevo comienzo.
Que tras las dolorosas heridas que te hace la vida, viene la satisfacción de la cura que te propina alguien que vela por ti.
Ese alguien que menos te esperas. Porque de los que esperas, a veces te llevas un rotundo desengaño. Y más de una puñalada.
Pero si, te encuentras a personas que te ayudan a levantarte cuando estas caído, que cuando estas deprimido te dan su aliento, a pesar de los problemas que ellos, puedan llegar a tener.
Sin mirar hacía otro lado.
Ello me dio que pensar…
¿Por qué solo busco para mi y, no miro en que si hay personas que a pesar de sus problemas pueden ayudar?
¿Por qué no lo puedo hacer también?.
Yo y muchos como yo, que solo miran para si mismos en vez de procurar el bien ajeno.
Un bien que nos será devuelto en forma de un gracias amigo, de una sonrisa he incluso, en forma de ayuda cuando uno la necesite.
Yo hace tiempo que dejé de mirarme el ombligo y, miro hacía delante pero, fijándome en lo que tengo alrededor.
Fijándome en quien puede necesitar de mi ayuda, en forma de consejo, ya sea por mis vivencias, o por las de otros
Esas vivencias me hicieron ver que la vida es del color con el que nosotros la pintamos,
Que los arbustos y las piedras, nos las ponemos nosotros mismos, y que por desgracia, las hirientes espinas, si no las clavamos nosotros nos las clavan quien menos te puedes esperar.
Por ello deseo que pueda seguir mi camino y llegar al final, y poder ayudar en su camino a otros, teniendo como referencia a los que lo han hecho conmigo.