Desde la adolescencia comienza el despertar de la sexualidad, aunque desde niños puede empezar la curiosidad por la zona íntima, misma que tiene diversos cambios, sobre todo cuando ves a la persona que te gusta.
En el momento en que tu cerebro percibe la posibilidad de tener acción, tus vasos sanguíneos se expanden y envían un flujo de sangre adicional a la vulva.
Aunque solo sea imaginación tu cerebro puede visualizarlo como algo real, por lo que se generan las secreciones vaginales y como resultado tenemos una vulva abultada.
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En el clítoris también suceden cambios, como que se inflame y endurezca, justo cuando sientes «cosquillitas» en dicho lugar.
Si estás muy excitada, tu clítoris puede crecer al triple de su tamaño, listo para la acción, pero si no sucede nada tan solo basta con unos minutos para que pase y regrese a su tamaño normal.
Por otro lado, esta estimulación puede ocasionar en tu cuerpo calentura, por lo que puedes sentir tu piel un poco caliente, comienzas a sudar ligeramente y hasta podría temblar de los nervios.