Lo primero que hay que hacer es no obsesionarse: Es fundamental relajarse, dejarse llevar y no obsesionarse con el orgasmo. Es importante que no se convierta en el objetivo único, ya que el factor psicológico tiene mucho que ver en el sexo. Es decir: Disfruta del camino sin obsesionarte con la meta, porque si le das muchas vueltas podrías frustrarte despertando en ti lo que se conoce como ansiedad femenina por rendimiento.
Entrena practicando contigo misma: Si no conoces tu cuerpo, ni qué sensaciones te gusta vivir antes de alcanzar el orgasmo, será complicado que llegues al múltiple. El 39% siempre llega al orgasmo con la masturbación, mientras que solo un 6 por ciento lo alcanza a través de las relaciones. ¿Conclusión? Mastúrbate, y si puede ser con la ayuda de un succionador de clítoris o tu juguete sexual favorito, mejor.
Intenta retrasar el orgasmo todo lo que puedas: En este punto, es importante tomarse las cosas con calma e intentar retrasar el orgasmo al máximo. Cuanto más practiques esta tensión sexual, más podrás contener el orgasmo en las siguientes ocasiones y experimentarás una mayor intensidad.
Después de experimentar el primer orgasmo, no pares: Déjate llevar hasta que tengas uno. Tan pronto como comiences a relajarte, no te detengas. Mantén la posición en la que estabas e intenta reproducir los pasos que te llevaron al primer clímax.
Masajea tu clítoris entre orgasmos: Si no está demasiado sensible, masajéalo de 10 a 30 segundos tras el primer orgasmo y antes de seguir estimulándolo.