El jueves pasado, choferes de la ruta Bicentenario en Acapulco intentaron reanudar el servicio después de una semana de suspensión debida a ataques y amenazas de organizaciones criminales.
La gobernadora Evelyn Salgado Pineda, ante la falta de transporte público, había prometido que el servicio estaría completamente restablecido el jueves.
Sin embargo, la mañana del jueves fue testigo de un nuevo acto de violencia cuando un grupo armado atacó a los choferes, dejando un fallecido y dos heridos. A pesar de un extenso despliegue policiaco-militar en Acapulco, la seguridad de los choferes sigue siendo una preocupación.
La situación en Acapulco refleja una crisis en el transporte público, con una semana completa sin servicio. Los choferes de la ruta Bicentenario han sido objeto de múltiples ataques, y la violencia ha generado un clima de temor que afecta la normalidad del transporte en el puerto.
La falta de respuestas concretas sobre por qué los choferes no salen a trabajar y por qué se esfumaron los servicios de transporte público ha generado incertidumbre entre la población. Algunos choferes, aunque reticentes, han retomado el trabajo, aprovechando la escasa oferta y aumentando las tarifas.
La adaptación de la población ante la ausencia de taxis, urvans y camiones se refleja en imágenes inusuales en las calles, con personas haciendo fila para subirse a camiones.
El huracán «Otis» ya había impuesto cierta alteración en la cotidianidad, pero la reciente crisis del transporte público ha exacerbado la situación.
La disyuntiva entre caminar o esperar horas en una parada para abordar un vehículo se ha convertido en parte de la nueva normalidad para los acapulqueños.
La presión sobre los choferes persiste, con amenazas de criminales que han circulado en redes sociales, generando un ambiente de inseguridad que afecta tanto a la población como a los trabajadores del transporte.
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