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A 100 años de la muerte de un gran general

02/09/2019 - Hace 5 años en México

A 100 años de la muerte de un gran general

Zona de Debate | 02/09/2019 - Hace 5 años
A 100 años de la muerte de un gran general

Gilberto Jiménez Carrillo

La personalidad de Ángeles corresponde a la de uno de los diferentes tipos de oficiales, -no el más común, por cierto- del Ejército Mexicano de esos años. Tiene una formación militar clásica, atada a un sentido del honor y de la palabra empeñada, cuyos últimos ejemplares aparecen todavía en la guerra mundial de 1914. Se opone al fusilamiento de prisioneros, práctica habitual en todos los ejércitos de la revolución, carrancistas o villistas, legalizada por la arbitraria reimplantación de la Ley de Juárez de 1862 por parte de Venustiano Carranza. Su juicio sobre Porfirio Díaz reconoce aquella deuda. En uno de sus artículos del exilio neoyorkino, “Díaz, Madero y Carranza”, el general escribe: Díaz fue un soldado glorioso: Luchó por la independencia y aún más, por la soberanía de su patria. Fue un administrador inteligente; pero aprovechó su prestigio de caudillo y las armas de su ejército para poner su voluntad sobre la del pueblo: No respetó nuestras instituciones democráticas, no obedeció la Ley, usurpó funciones. Fue dictador. Incorporado Felipe Ángeles a principios de 1914 a la División del Norte por pedido de Villa y por deseo propio, se produce una de las más extraordinarias conjunciones militares y políticas de la revolución: La capacidad de organización, de convocatoria campesina y popular y de iniciativa militar de Francisco Villa y el oficio depurado de quien se revelaría como uno de los grandes jefes militares de la historia mexicana, el general Ángeles. No son estas líneas para recordar cómo se combinaron ambos caracteres, pero sí para insistir en algo que se ha querido utilizar para disminuir a Pancho Villa cuando por el contrario lo enaltece: La capacidad profesional de Ángeles, aceptada por el jefe militar campesino que supo dar su lugar, sin perder el propio, al oficial de carrera, fue importante en Torreón y decisiva en Zacatecas, las dos grandes batallas que decidieron el destino militar de la Revolución. Ángeles era uno de los pocos intelectuales a quienes Villa respetaba, porque era también hombre de acción y conductor de guerra. Felipe de Jesús Ángeles Ramírez, el oficial de más alta graduación y mayor capacidad profesional entre los que sumaron a las filas revolucionarias, el vencedor en el campo de batalla del Ejército federal y a la vez su producto más honesto y depurado. Antes de ser aprehendido envía un mensaje para su hijo Alberto en el que le pide y aconseja que estudie; que sea un caballero por el cuidado de sí mismo, por la moral y las maneras; que cuide a la familia; que no le pierda el amor a su país y que no olvide que la felicidad de las masas es condición indispensable para la tranquilidad del país. Curioso destino, el presidente del Consejo de Guerra que condenó a Ángeles a morir fusilado, el 23 de noviembre de 1919 en la ciudad de Chihuahua, fue el general Gabriel Gavira quien pocos meses después se sumó al pronunciamiento de Agua Prieta cuyo desenlace fue el asesinato de Carranza. Gavira, el mismo que siendo gobernador de Durango mandó destruir el convento y el templo de San Francisco. A cien años de su fallecimiento la memoria popular nunca olvidó al general, sobre todo en el norte de México y como dice el escritor e historiador Ignacio Solares: “Pienso que este país no ha de ser tan mal país puesto que permitió que en él naciera un Felipe Ángeles”. Dedicado al general de Brigada D.E.M. Rogelio Gómez Magaña, nuevo comandante de la Décima Zona Militar.                                                           Email:[email protected]

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