APUNTES… La carta y los bufones mercenarios
Por: Guillermo Fabela Quiñones
Como los bufones medievales, quienes una vez muerto el rey al que hacían reír, se veían obligados a abandonar el palacio y regresar a su vida miserable, los intelectuales orgánicos al servicio del poder que dejó de serlo, hoy deciden juntarse para ver si así pueden ser escuchados por un pueblo al que no tienen acceso porque nunca les interesó acercarse a él.
En una carta firmada por poco más de treinta de ellos, reconocidos por su militancia servil y oportunista, lanzan un exhorto a partidos de oposición, organizaciones civiles y académicos para restarle poder político al presidente López Obrador, única vía, afirman, para que no se siga deteriorando la democracia, haya pluralidad y el poder no se concentre en un solo hombre.
Con su carta queda de manifiesto, por si hiciera falta, no sólo el cinismo que caracteriza a muchos de ellos, sino su falta de contacto con la realidad por su apego al régimen reaccionario que concentró el poder en un Mandatario sin contrapesos, que impidió un mínimo asomo de democracia, hizo del abuso al pueblo y de la corrupción su principal mecanismo de políticas públicas, y llevó al país a ser el de mayor desigualdad social entre las economías emergentes.
Nunca antes, en más de tres décadas, se dieron cuenta que la división de poderes era una burla, que el jefe del Ejecutivo no seguía más reglas que las dispuestas por él, que en la nación imperaba el tráfico de influencias como norma para abrir y cerrar puertas públicas y negocios privados. Nunca tampoco les alarmó la descomposición social que dañó dramáticamente el tejido de la sociedad. Jamás se dieron cuenta que México fue convertido en un narco-Estado, motivo por el cual se hizo rehén de los grandes intereses trasnacionales.
Con su carta evidencian su calidad de cómplices, como intelectuales orgánicos, de un régimen profundamente antidemocrático, represivo, corrupto y completamente ajeno a las consecuencias de un modo de ejercer el poder, no sólo excluyente sino organizado con el fin perverso de usufructuar las riquezas de la nación en beneficio de unas cuantas familias y grupos de interés, sin ningún compromiso con el país.
En su oportuna respuesta, el presidente López Obrador puntualizó la absoluta carencia de autoridad moral de los firmantes y celebró que escritores y periodistas, “que han defendido desde siempre el modelo neoliberal o neoporfirista se agrupen, se definan y dejen de lado la simulación para buscar restaurar el antiguo régimen, caracterizado por la antidemocracia, la corrupción y la desigualdad… Quizá lo único que pueda reprocharse a tan famosos personajes es su falta de honestidad política e intelectual, manifestada en el mismo contenido de su proclama”.
Le sobra razón al hacer tal señalamiento, pues si tuvieran un asomo de honestidad intelectual y política, sino son afines al proyecto nacional que se plantea en la Cuarta Transformación, al menos deberían respetar el sentido del voto legítimo que hizo posible el derrumbe de un régimen podrido, y ser consecuentes con el significado de una votación como nunca la había habido en la historia del país.
Ahora pretenden erigirse como los únicos que podrían encabezar, desde su cómoda trinchera oportunista, el regreso a un pasado tenebroso en el que reinaron las mafias criminales jamás conocidas en México. En este sentido, cabe celebrar que se hayan quitado su careta “democrática” y se presentaran como lo que realmente son: Mercenarios que usan su arma (la pluma) para enriquecerse y obtener privilegios. Igual que los bufones medievales que tenían facilidad para hacer reír al monarca.
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