APUNTES… Los avatares del pragmatismo en la 4T
Por: Guillermo Fabela Quiñones
Los avances de la Cuarta Transformación (4T) van a depender de los consorcios televisivos más que de la política de masas, como se advierte por la voluntad del presidente López Obrador de apuntalar su fuerza. Un paso más en esta dirección lo tenemos en la firma del acuerdo de que la televisión privada sea el medio por el que la Secretaría de Educación Pública (SEP) transmitirá las clases a distancia de nivel básico, secundaria y medio superior.
El pasado lunes se signó el convenio respectivo en la conferencia mañanera entre la SEP y los principales magnates de Televisa, Televisión Azteca, Milenio e Imagen. Según la dependencia, se alcanzará un volumen de 30 millones de estudiantes en el ciclo escolar que comienza el día 24 próximo, con un costo de 450 millones de pesos.
Con este acuerdo, “se afianza la alianza con los grandes consorcios televisivos, principales promotores del consumismo y el individualismo”, según expertos en el tema como Manuel Gil Antón, del Colegio de México (Colmex), y Marcelino Guerra y Lucía Rivera, de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN). Destacaron que en la firma del documento “no hubo ningún maestro, ningún alumno, lo que en sí mismo es un mensaje, pues se optó por la forma más superada e ignorante de lo que es el acto pedagógico” (La Jornada, 5 de agosto).
Señalaron que otros grandes beneficiarios son los gigantes de las redes sociales, Google y Facebook. Lo que contrasta con el hecho de que “no se aprovechó la experiencia de los maestros en programas como ‘Aprende en Casa’”. Lo más significativo de esta decisión es el hecho político subyacente: Apuntalar a las empresas televisoras que más contribuyeron al fortalecimiento del régimen neoliberal. ¿Supondrá el primer Mandatario que de aquí en adelante cambiará el modo de pensar de los magnates y contará con ellos para el magno proyecto transformador?
Desde luego que no, lo que ocurre es que los medios electrónicos por sí mismos son el instrumento más significativo para llegar a las masas. El primer Mandatario ha entendido que los periódicos tienen un alcance limitado, más aún cuando el hábito de la lectura sigue en caída libre. En consecuencia, es un asunto de mutuo interés apuntalar una alianza provechosa para ambas partes. Las preguntas que surgen en esta coyuntura son: ¿Cumplirán los consorcios con la responsabilidad asignada en este convenio? ¿Estarán dispuestos a mantener su lealtad a un proyecto que por su esencia democrática y progresista se opone a su propia trayectoria?
Sin duda, quien corre mayor riesgo en esta alianza es el régimen de la 4T. Los consorcios tienen todo por ganar y nada que perder, pues ya lo habían perdido con la competencia entre ellos mismos, sobre todo Televisa. Lo más cercano para ellos con el cambio de régimen era perder la concesión. Sucedió lo contrario, como se vio desde el año pasado cuando se les redujo el porcentaje del tiempo que deben conceder en su programación al Gobierno y al ser invitados a la reunión con el presidente Trump.
El costo a pagar para el Presidente es muy alto: La pérdida de confianza y de las esperanzas despertadas en el pueblo, al darse cuenta que las promesas de cambio estructural no se ven. Los magnates siguen ganando, como es el caso del propietario de Grupo México, Germán Larrea. Sigue sin resolverse la huelga de la mina en Cananea, Sonora; son 13 años que han costado la vida de 38 mineros; el municipio de Cananea está en la ruina total, como denunció el grupo de mujeres que obstruyeron la vía del tren de Ferromex, propiedad del magnate.
“Que no olvide el Presidente donde comenzó la Revolución. Aquí dejó su palabra empeñada. En campaña nos prometió que daría una solución favorable a nuestro conflicto. Hay mucho que reclamar”, dijo Clarisa Clark, vocera de las esposas de mineros en paro forzoso. ¿Hasta cuándo?
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