Por: Gilberto Jiménez Carrillo

El Secretario de Relaciones Exteriores, en tiempo de Miguel de la Madrid, le envió una carta al licenciado Marcelo Ebrard, manifestándole, entre otras cosas, que la visita del presidente López Obrador a Washington, para entrevistarse con el presidente Trump, era altamente inconveniente para el interés nacional. No existe, a mi juicio, un fundamento político que explique una visita de esta naturaleza, le dijo Bernardo Sepúlveda al canciller Ebrard. Pues resulta que el excanciller, al igual que las decenas de críticos y fatalistas que auguraban, pronosticaban, vaticinaban, presagiaban, profetizaban y predecían solo cosas negativas, se equivocaron rotundamente, y era de esperarse, estos opinantes de escritorio solo se han dedicado a ser detractores sin ton ni son del Gobierno de López Obrador.

La visita del Licenciado López Obrador a Estados Unidos fue exitosa, al grado de que Donald Trump elogió al presidente de México. “Su presidente es el mejor presidente que han tenido. Es duro, audaz y quiere mucho a su país”, dijo Trump sobre López Obrador. Sin duda este logro se debe al estilo y personalidad del Presidente, pero quien se encargó de hasta el más mínimo detalle y además lo hizo con impecable eficiencia, fue el canciller Marcelo Ebrard Casaubon. A la sede de Naciones Unidas en Nueva York llegó una orquesta para interpretar dos símbolos indudablemente mexicanos: El Huapango de Moncayo y el Danzón no. 2 de Arturo Márquez. La música clásica se convirtió la tarde de octubre de 2019, en uno de los vehículos diplomáticos de México para causar una buena impresión ante 192 naciones y convencerles de que nuestra nación podía formar parte del Consejo de Seguridad.

Ocho meses después, México ha conseguido un lugar en la mesa y ha marcado un punto de inflexión de la presencia del país en la escena internacional. No fueron solo los símbolos mexicanos, sino una estrategia impulsada desde la Secretaría de Relaciones Exteriores que ha ido poco a poco alcanzando diversos foros y puestos directivos en organismos multilaterales en el último año. López Obrador no ha reparado en presumir sobre los avances que la diplomacia mexicana ha logrado en los últimos meses. Para ello ha depositado toda su confianza en el canciller Marcelo Ebrard, que ha asumido diversas tareas más allá de ser el arquitecto de la política internacional mexicana.

El nuevo papel de México bajo el Gobierno de López Obrador, recuerda la implicación diplomática del país que durante el siglo XX funcionó como mediador en diversos conflictos internacionales. La excelente y eficiente labor del canciller Ebrard Casaubon, me hace recordar al duranguense Francisco Castillo Nájera, quien entre otras cosas fue Presidente de la Academia Nacional de Medicina, Director de la Escuela Médico Militar y del Hospital Militar. Ingresó al Servicio Diplomático y representó a nuestro país en diferentes países del mundo. Fue embajador en: China, Bélgica, Holanda, Francia; miembro del Consejo de la Sociedad de las Naciones, cuya asamblea presidió. Embajador en los Estados Unidos, jefe de la Delegación Mexicana a la Asamblea de la O.N.U. en 1946 y Secretario de Relaciones Exteriores. Bajo la conducción del licenciado Marcelo Ebrard, nuestro país ha regresado a los primeros planos internacionales, lo cual refleja el buen Gobierno que en poco menos de dos años ha construido el presidente López Obrador.                       

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