POR: DIONEL SENA

Era cuestión de tiempo para que la «4T» mandara a la tumba uno de los más grandes orgullos de los sexenios federales panistas, el «Seguro Popular», mismo que permitió desde su creación que 53 millones de mexicanos -sin seguridad social- encontrarán ahí un medio de atención a sus padecimientos y enfermedades, es decir, su implementación nunca fue mal vista, hasta el 1o de diciembre del año anterior, pues el propio Andrés Manuel López Obrador sostuvo que ese sistema «ni era seguro, ni era popular», pues se requería de un programa que realmente garantice la atención médica y las medicinas gratuitas y necesarias que quienes menos tienen demandan, de ahí la iniciativa de lanzar el Instituto de Salud para el Bienestar, que más allá del pleonasmo que esas palabras significan en su conjunto, sí parece que será con el que se sepulte el «Seguro Popular», el cual ni Enrique Peña Nieto se atrevió a tocar por los riesgos sociales que ello hubiera implicado o si fue uno de los acuerdos que tuvo con Felipe Calderón y compañía.

Entre las diferencias que tendrá el nuevo programa de la «4T» con lo que fue el casi extinto «Seguro Popular», es que ahora -a partir de su implementación- desaparecerá el cuadro básico de medicamentos en los hospitales, es decir, se garantizarán todas las medicinas para quienes no tengan IMSS o ISSSTE; la nómina de médicos y enfermeras será cubierta desde la Secretaría de Hacienda; se ampliará la planilla de médicos para que la cobertura sea mejor; deberán ser regularizados todos los trabajadores del sector salud con la ayuda de la Secretaría de Hacienda; sin obviar que contará con un presupuesto inicial de 80 mil millones de pesos, mismos que saldrán del Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos, lo que a bote pronto, no pareciera ser una mala estrategia, aunque no se puede dejar pasar de lado la cuestión política.

Para algunos, el Presidente bien pudo haber inyectado esa misma cantidad de recursos al Seguro Popular, y hacerlo aún más eficiente y perfectible, sin embargo, en un acto que aparentaría llevar un sesgo netamente político, decidió echarlo abajo e iniciar uno nuevo, como se hacía en antaño, cuando partidos diferentes a los que gobernaban el país, llegaban a los Pinos y terminaban con programas de sexenios pasados, independientemente de si arrojaran buenos resultados o no, en lo que muchos pudieran interpretar como un revanchismo político, pues a nadie le cabe la menor duda el enorme beneficio que le trajo a millones de mexicanos el Seguro Popular, principalmente a quienes nunca tuvieron acceso a la seguridad social, por no tener Seguro Social o ISSSTE, sin embargo, ello importó de muy poco.

Un dato no menos importante, es que el nuevo Instituto de Salud para el Bienestar tendrá a su cargo también la administración y ejecución de recursos de los centros de salud y hospitales, en los 32 estados del país y que estaban a cargo de los gobiernos locales, lo que sobra decir, fue inmediatamente respaldado casi al unísono, por cada uno de los mandatarios, pues ello representará una despresurización a sus presupuestos, los que ya de por si deben estar bastante asfixiados por las medidas y recortes presupuestales que el Gobierno federales está haciendo a todos los programas heredados del PRI y del PAN; no por nada, es el propio Andrés Manuel López Obrador que en sus giras por el país, no ha dejado pasar la oportunidad de presumir los beneficios del nuevo instituto y Durango esta semana no fue la excepción.

Se debe aclarar que la desaparición del Seguro Popular no implica que quienes estaban afiliados (53 millones de mexicanos) vayan a dejar de ser atendidos en los distintos centros de salud, pues según información de la propia Secretaría de Salud, este servicio se les seguirá otorgando y no tendrán que hacer algún otro trámite, ello en lo que las reformas a la Ley General de Salud se aprueban en las cámaras legislativas para crear al nuevo organismo.

Twitter: @dionelsena