• Es necesario promover una Ley de Desarrollo Productivo del Frijol

Estamos alejados de una solución -de fondo- para incrementar la producción de frijol, opinó el especialista Juan Carlos Arizmendi, miembro del CMDRS, en relación al proyecto de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) para alcanzar la autosuficiencia en este alimento básico.

• SADER prevé que en 2024 se alcance una producción de 1.6 millones de toneladas de frijol, lo que significa un incremento de 500 mil toneladas, en relación a la producción actual.

La semana pasada se celebró el Simposio Nacional de Frijol para México, organizado por el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP).

En el marco de este evento, el secretario de Agricultura, Victor Villalobos, anunció una alianza público-privada para el desarrollo de nuevas variedades de frijol, mejorando la genética de la semilla para enfrentar diversos factores como el cambio climático.

Sobre este proyecto, el miembro del Consejo Mexicano para el Desarrollo Rural Sustentable (CMDRS), Juan Carlos Arizmendi, reconoció el esfuerzo que realizan las instancias gubernamentales en la atención de temas importantes como el agro mexicano, buscando alternativas.

Recordó que la actividad del frijol en México ha sufrido un severo deterioro; de los 124 países productores de frijol ocupamos el lugar número 100 en productividad; mientras que a nivel latinoamérica, de los 26 países productores de esta leguminosa, ocupamos el lugar 22.

Es decir, en México tenemos muy bajos rendimientos de frijol por hectárea.

Sin embargo, este planteamiento de la SADER sigue alejado en la solución de fondo para este problema porque si bien es necesario mejorar la genética de la semilla es insuficiente.

En esta estrategia debe incorporarse organismos como el Servicio Nacional de Inspección de Semillas (SNICS) para evitar que se desvirtué el programa, además de la iniciativa del sector privado y del sector social, este último, a través del Sistema Producto Frijol y los consejos estatales.

Asimismo, falta contar con la participación de fuentes de financiamiento y de los propios gobiernos estatales.

Juan Carlos Arizmendi, señala como de vital importancia, identificar las zonas de verdadera vocación y de potencial productivo, y sustituir aquellas superficies cuya productividad es muy baja (hay tierras que dan 100 o 200 kilos por hectárea, un rendimiento demasiado bajo y no es rentable).

Por los bajos rendimientos, el frijol importado de los Estados Unidos es más barato que el frijol mexicano, situación que pone en desventaja comercialmente a nuestros productores.

“En lo que no podemos estar de acuerdo es que al campesino le compren barato su frijol y que al consumidor, al ama de casa, le llegue caro el producto”, sentenció.

En este sentido, el también productor duranguense, considera necesario promover una Ley de Desarrollo Productivo del Frijol; que atienda de fondo este problema de mercado.

Hay que mejorar las políticas públicas, tenemos a Segalmex que compra menos del 20% de la producción nacional y un programa de Producción para el Bienestar que tiene un enfoque social; son programas insuficientes para responder a esta incertidumbre.

Tampoco hay que olvidar la crisis hídrica que sufrimos, “el propio secretario Villalobos hizo un llamado a producir más alimentos gastando menos agua, eso es bueno, ¿pero dónde está la inversión para el proyecto productivo? Yo no lo veo por ningún lado”, aseveró.

Finalmente, dijo que en aquellas tierras con bajo rendimiento de frijol se debe pensar en cultivos alternativos pero no en cebada o avena, lo más viable serían cultivos perenes como el agave para forraje y producción de azucares para producir combustible, algo que ya se está dando en otras latitudes, incluso por mexicanos, en países como Australia.

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