Esta semana se cumplieron 16 años desde el lanzamiento de Gears of War. Siendo una de las sagas más importantes para Xbox, decidimos darle una visita a este viejo amigo. Uno que nos demostró que nada combina tan bien como un rifle y una motosierra.

El título fue originalmente lanzado en el año 2006 en exclusiva para la Xbox 360. En ese tiempo, Epic Games no hacía Fortnite y ver a Thanos bailar La Macarena era una oración que ni siquiera estaba en el imaginario colectivo. Era una época más cruda, donde todos los estudios buscaban demostrar que eran rudos y maduros.

En este contexto nace Gears of War, una propuesta que pronto adquirió un público gracias a su sangriento estilo. La trama nos planteaba una guerra entre los humanos y los locust, una raza de criaturas que surgieron de las profundidades del planeta Sera. Escondidos durante años, los habitantes de las profundidades salieron con un único propósito, reclamar la superficie.

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Toda la historia la presenciamos a través de los ojos de Marcus Fenix, un soldado acusado de traidor y que está preso. La aventura inicia cuando su ex compañero de trinchera, Dom Santiago, lo libera de su encierro por órdenes de los altos cargos de la CGO.

Con una fuerza limitada, la Coalición de Gobierno Ordenados necesitan recurrir nuevamente a Fenix para unirse al combate. Es entonces cuando se nos presenta el objetivo: acabar con los locust gracias a una bomba estratégicamente plantada.

A lo largo de la historia hay personajes y tramas que se desenvuelven. Hay que reconocer que a nivel de storytelling, Epic hizo un excelente trabajo. Pero, si hay algo que define a la saga es su gameplay.

En 2006 todos querían ser tipos duros y Gears of War quería ser el más pesado del barrio. Todavía para los estándares de hoy, la cantidad de sangre que hay en el título es sorprendente. Lo mejor es que su jugabilidad queda muy de acuerdo a la esencia del título, así que no desperdicia identidad por mecánicas y viceversa.

Para tener 16 años, el título se mantiene como una de las mejores exclusivas de Microsoft en la octava generación. No ha envejecido del todo bien y a veces su manejo es torpe, pero ya es un clásico en toda regla y por mérito propio.

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