Estados Unidos aprobó el miércoles una venta a Corea del Sur de 25 aviones de combate F-35 por un valor de 5 mil millones de dólares, según informó el Departamento de Estado. La venta tiene como objetivo mejorar la capacidad de defensa de Seúl frente a las amenazas de Pyongyang, que recientemente realizó pruebas de misiles dentro del territorio surcoreano.
La empresa Lockheed Martin fabrica los aviones F-35 y el mundo los considera los más avanzados en términos de tecnología furtiva, sensores y armamento. Estados Unidos solo vende estos cazas a sus socios más cercanos, y excluyó a Turquía del programa de F-35 después de que comprara a Rusia un sistema de defensa antimisiles importante.
El Departamento de Estado aseguró que la venta no alterará el equilibrio militar básico en la región y que contribuirá a garantizar la interoperabilidad con las fuerzas estadounidenses. Corea del Sur ya opera F-35 desde 2018 y tiene previsto adquirir un total de 60 unidades para reemplazar su flota de aviones más antiguos.
La venta se produce en un momento de alta tensión en la península coreana, donde Corea del Norte ha intensificado sus actividades nucleares y balísticas en desafío a las sanciones internacionales y a las presiones diplomáticas. El mes pasado, el régimen de Kim Jong Un lanzó varios misiles que sobrevolaron Japón y cayeron en el mar cerca de Corea del Sur, provocando la condena de la comunidad internacional y la alarma de sus vecinos.
Estados Unidos ha reafirmado su compromiso con la defensa de sus aliados en Asia y ha intensificado la cooperación tripartita con Japón y Corea del Sur, que albergan tropas estadounidenses pero que frecuentemente estaban en desacuerdo por disputas históricas. En una cumbre celebrada el mes pasado en el complejo presidencial de Camp David, cerca de Washington, el presidente Joe Biden, su par surcoreano, Yoon Suk Yeol, y el primer ministro japonés, Fumio Kishida, prometieron trabajar más estrechamente frente a Corea del Norte y otros desafíos.
La venta también se da en medio de la visita del líder norcoreano a Rusia, donde se reunió con el presidente Vladimir Putin y discutió sobre la cooperación económica y militar entre ambos países. Un posible intercambio de tecnología especial y armamento entre estos dos países preocupa a Estados Unidos, que los considera rivales estratégicos.
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