Si no le das mucha importancia a las posturas que tomas durante tus contactos eróticos, es porque no has descubierto la tonelada de beneficios y propósitos placenteros que cada posición ofrece.
No son mero capricho y cosa de buscarle variedad, cada una te permite estimular de manera distinta cada zona dentro de tu vagina, ampliar la profundidad o generar libertad para dejar fluir la información orgásmica. Porque las paredes de tu «amiga» tiene distinta sensibilidad y cada una tenemos nuestras favoritas.
Tú las descubrirás cuanto más viajes de postura en postura. Y lo mejor: Tú al mando para que explores sus mares de posibilidades. Te daremos estas secuencias que puedes seguir o aplicar, por separado. Chécalas y ponte a practicar. ¡Orgasmos a ti!
Secuencia 1
Comienza con la «T»: Ya te dejaste inundar por besos y caricias, adiós ropa y ahora sí, recuéstalo lateralmente y coloca tu cuerpo de manera perpendicular. Acerca tu pelvis a la suya y hagan una «T», pero todavía no comiencen con la penetración. ¡Exploremos el clittage!
El clittage. En esa postura toma suavemente su pene, masajea un poco y acerca su glande hacia la entrada de tu vagina, pero no penetres. Sube y acaricia con su miembro tus labios menores y clítoris. Quédate ahí un ratito haciendo círculos y masajéandote (y de paso masajéandolo). Si logras acercarte o llegar al orgasmo por los estímulos directos al clítoris, qué mejor. Una vez que te encuentres a mil, desliza a su «amigo» y que comience la penetración.
El arcoíris. Puedes pasar directamente a éste desde la T. Sólo le pides que se recueste y deslizas tu cuerpo hasta quedar sobre él, dándole la espalda. Despacio, echa tu peso hacia adelante y dirige el pene para que te permitas ser penetrada. Cuida mucho la lubricación y de preferencia utiliza un poco de lubricante con base de agua, para que te deslices a la perfección.
Secuencia 2
Sexo oral con la «estola». Ésta es una súper idea si te encanta recibir sexo oral. Ya basta de recostarse y colocarte como si estuvieras en el ginecólogo. Ve por más y toma el mando. Pídele que se recueste y pasa una pierna para montarte sobre su abdomen. No quieras entrar directo a la posición porque puedes caerle sobre el cuello. Ve acercando tu pubis a su boca sosteniéndote de la cabecera o de tus manos sobre sus muslos.
Tú puedes direccionar las caricias ladeando tu cadera para que su lengua y labios den en los sitios precisos y de más placer.
El elevador. Para transitar de la anterior a ésta, él sólo tiene que desengancharse y elevar las rodillas para recargarlas en su pecho. Tú te pones de pie, y te tomas de sus brazos, para irte sentando poco a poco en sus muslos y nalgas. Puedes tomar su pene para direccionarlo y penetrar, o jugar a «atinarle». Asegúrate de estar bien lubricada, ya sea natural o artificialmente. El peso de tu espalda queda en las plantas de sus pies, así que el ritmo lo llevará tu peso.
La libertad con el objetivo de mover tu pelvis en todas las direcciones y permitirte explorar todo el potencial sensitivo de tu vagina.
El enchufe. Después de ese magnífico sexo oral todopoderoso, descuélgate y recuéstate junto a él de manera lateral, llevando tu cabeza hacia el lado de sus pies. Estando de lado, acerca tu pelvis y pasa una pierna encima de su cadera, con el fin de poder masajear tu pubis con el suyo. Cuando te sientas lista, toma su pene y dale entrada a tu vagina.
La idea es crear un vaivén. Al estar en la posición de poder, llevarás el ritmo y, claro, la profundidad. Su miembro estará ligeramente cargado más hacia una de las paredes vaginales laterales. Explora la sensación.