Por: Eduardo Ortega Solano

Este viernes 1 de marzo iniciaron las campañas rumbo a la Presidencia de la República. Las protagonistas dos mujeres, que arriban por méritos propios, no por temas de cuotas de género o en nombre de la equidad, Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, en esta carrera en principio se observa a una muy lejos de la otra y mucho más lejos de ambas se ve a Jorge Álvarez Máynez, en una candidatura que se antoja testimonial, sin embargo, en los planes del “ patriarca naranja” no se encuentra la “silla presidencial”, su ambición está entre los legisladores, alcaldes y hasta gobernadores que busca tener entre sus huestes. Hoy, la posibilidad del triunfo en la presidencia no la contempla ni el propio candidato, a menos que el deseo le provoque una ingenuidad exacerbada.

Nadie ignora que el actual sexenio es el más sangriento de la historia, por eso el hablar de muertos y violencia es tierra fértil para el discurso opositor.

Álvarez Máynez inició su campaña en Lagos de Moreno, Jalisco, uno de los municipios más inseguros del país, fue notoria la ausencia del gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, quien recientemente mencionó: “Yo no soy fosfo, fosfo, yo no soy lo nuevo, yo no soy “arráncate, compadre”, yo no soy nada de eso, yo soy un político serio”, además, calificó la nueva campaña del partido naranja a nivel nacional de “terrible” y “lamentable”, y de la que incluso dijo estar avergonzado. Se afirma que Alfaro tomó como una afrenta el inicio de campaña de Máynez en este municipio, asegura que la intención del candidato fue poner “sal a la herida” entorno a los jóvenes desaparecidos y los cuerpos encontrados sin vida recientemente. El tibio grito de “¡presidente!” fue opacado por la gran arenga “¡gobernador, ¡gobernador!”, dirigida a Pablo Lemus, antes de la llegada de Álvarez Máynez, un mal arranque para el emecista, falló su carambola de dos bandas, en el intento de golpear a AMLO y a Alfaro al mismo tiempo le salió el tiro por la culata.

Xóchitl inicia su campaña en Fresnillo, el municipio con la percepción de inseguridad más alta de México, donde, según datos oficiales, más del 96 por ciento de los habitantes se sienten inseguros, una simbología importante que debería ser aderezada con un buen discurso, por lo que apuntaló: “Vamos a regresar la paz y la tranquilidad al país”, “Se acabaron los abrazos a los criminales”, “Desde aquí quiero mandar un mensaje de esperanza”. Criticó la política de seguridad de AMLO, y afirmó: “Morena defiende la soberanía de los cárteles. Yo defiendo la soberanía de los mexicanos”, agregó: “Morena es narco y miedo”. Expuso un plan de cinco puntos contra la delincuencia, donde destaca duplicar el número de agentes de la Guardia Nacional (aún vistos como militares con uniforme nuevo); además, habló de construir una prisión de muy alta seguridad para que los delincuentes tengan miedo de caer ahí y la piensen antes de cometer una atrocidad. Más militares en la calle y penas más severas, ¿esto ha funcionado?

Claudia Sheinbaum tiene tiempo presumiendo la reducción de homicidios del 51 por ciento en la CDMX, afirmación que integró en su arenga de inicio de campaña. Presentó una lista de 100 intenciones (no las llama promesas), marca la continuidad del Gobierno de la Cuarta Transformación, pero descarta que vaya a ser una imitación del sexenio de AMLO. Destaca la integración a su Gobierno de algunos puntos olvidados por AMLO como son medio ambiente, mujer y familia, además de poner más atención en temas de educación y cultura. No habla de la creación de obras insignes o de relumbrón en su Gobierno, habla de modernizar y reforzar lo hecho, dijo “quiero ser recordada como la presidenta de la educación”. Evitó hablar del Ejército y mencionó que en unos días más presentaría su propuesta de seguridad. Un discurso inteligente y cuidado, sin embargo, una insulsa falla en su lectura fue magnificada por la oposición, no podría ser de otra manera, “que siga la corrup…” será lo más recordado de algo que pudo ser un gran discurso. Como dijera José José: Lo que pudo haber sido y no fue.